Boadella: "Hay que llevar a la gente al teatro sea como sea, menos a punta de pistola"

Salió de Barcelona con la vitola de ‘enfant terrible’ del teatro y llegó a Madrid para ocuparse de los Teatros del Canal. Dos años después de tomar tan drástica decisión, el actor y dramaturgo catalán nos cuenta cómo le ha sentado esta nueva etapa.
Albert Boadella.
Albert Boadella.
Óscar L. Tejeda
Albert Boadella.

Muchos consideraron su «sí, quiero» a la propuesta de dirigir los Teatros del Canal como una de sus decisiones más transgresoras. ¿Ha sido para tanto?

En todo caso fue más transgresora para la Comunidad de Madrid. Para mí ha sido una experiencia formidable, porque ha significado una introducción en mi gremio desde el otro lado y tengo la sensación de que, en mi cuenta atrás, puedo hacer las cosas con más sentido común.

¿Qué balance hace del estado actual del teatro en España?

La necesidad de un ritual directo como el teatro en el espectador es muy alta en este momento y es posible que, por una cierta rutina en nuestro propio gremio, no consigamos estar a la altura de estas necesidades.

¿Y de los dos primeros años del Canal?

Es un éxito que ha sorprendido a la propia empresa porque con su primera temporada se ha colocado en una situación de primera línea. Estamos ya jugando la Champions.

¿Cuál diría que es su línea?

Pues normalmente el teatro público, no sólo español sino europeo, ha utilizado el gusto personal de sus directores. Yo me lo he reprimido para tratar de canalizar el gusto de los espectadores.

Los Teatros del Canal se alejan de lo que podríamos llamar el epicentro cultural de Madrid. Sin embargo, han conseguido un 76% de ocupación en su primer año de vida.

Eso es algo que sucede ahora en todas las grandes ciudades, hay núcleos culturales que están a media hora o tres cuartos de hora en metro. Hoy en día el centro neurálgico de una ciudad se amplía varios kilómetros.

¿Qué nos espera la próxima temporada?

La primera ha sido una temporada exitosa y no queremos hacer movimientos bruscos. Entre las novedades, habrá una primera experiencia de espectáculos familiares, vendrán algunas compañías extranjeras de primerísima línea, tendremos una adaptación deliciosa de El burgués gentilhombre de Molière y yo también haré un montaje especial para el teatro.

¿Cómo afecta la crisis al teatro?

Hasta ahora relativamente poco, pero en el futuro va a afectar mucho. Vamos a asistir a un acercamiento entre el valor real del teatro y lo que los espectadores hasta ahora han pagado por él. Los artistas también se verán afectados porque las administraciones públicas no estarán en la misma disposición. En el 2011 esto va a ser ya una realidad muy cruda.

Decía la canción que el vídeo mató a la estrella de la radio. ¿Acabarán los musicales de la Gran Vía con la oferta teatral madrileña?

Yo siempre he dicho que poner a la gente en el teatro ya es un valor importante. Casi me atrevo a decir sea como sea, menos a punta de pistola. El musical cumple también una función higiénico-sanitaria: la de distraer y relajar a los espectadores. Y eso, desde el punto de vista farmacéutico, es un enorme ahorro.

¿Qué mantiene viva a una compañía como Els Joglars después de casi medio siglo de vida?

Dos cosas. Una de ellas, una obsesión por la perfección en la factura técnica y artística. Y lo segundo, un sentido muy profundo de la libertad, pero de una libertad con muchos riesgos, que muchas veces ha provocado a la compañía conflictos muy serios con instituciones o personas.

¿Mantiene su decisión de que Els Joglars no vuelva a representar sus obras en Cataluña? ¿Qué le haría cambiar de opinión?

Si cambiara el régimen, sin duda alguna, pero como yo creo que Cataluña es un régimen pues no tengo una ilusión especial por restablecer las relaciones diplomáticas. Sobre todo, porque ellos no quieren verme ni en pintura y yo no quiero imponer mi presencia a una gente que no me quiere.

¿Se puede decir que en Madrid ha encontrado su balsa de aceite?

Madrid es una ciudad formidable, me lo paso bomba cuando estoy aquí... por lo tanto, se puede decir que yo he salido ganando. De lo único que me arrepiento es de no haberlo hecho antes.

En 2011, Els Joglars cumple cincuenta años. Las celebraciones han comenzado ya con el montaje 2036: Omega- G. ¿Cómo van a continuar?

Tenemos prevista una película sobre Els Joglars, una película de ficción que girará alrededor de la vida y el funcionamiento de la compañía.

Después de medio siglo sobre los escenarios, ¿sigue teniendo miedo a no congeniar con el público?

Cuando era joven pensaba que el miedo escénico se iría mitigando con los años, y ha sido al revés. Cuanto más tiempo pasa, más tensión me crea el hacer algo.

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