La zona peatonal que rodea el pabellón no es suficiente para albergar todos los puestos y tendrá que utilizarse una acera de Cesáreo Alierta. En Violante de Hungría también habrá que usar alguna calle adyacente, ya que, según un asesor técnico del acuerdo, un mercado longitudinal de más de un kilómetro es muy incómodo para el cliente y habría que intentar compactarlo.

El nuevo rastro tendrá más clientes potenciales, ya que abarcará parte de Delicias y San José. Pero los vecinos no están muy contentos con tener el rastro tan cerca. «Seguiremos con todo lleno de basura. Esperamos que tras las obras de la Romareda se instale en otra zona», explican. Sin embargo, los vendedores no piensan igual: «Queremos que en el convenio se diga que volveremos a la Romareda», afirma Juan A. Hernández, representante de los vendedores.