Algunos con curiosidad y otros con codicia se acercaban a este depósito repleto de revistas, libros y cómics de contenido más que erótico para hacerse un último regalo de Reyes.
La inesperada carga procedía de un inmueble ubicado en el número 38, que antes albergaba una librería de sexo y ahora está siendo remodelado para cambiar de uso. El encargado de las obras explicó que el material pornográfico, perteneciente a los antiguos inquilinos, fue hallado en el local y tirado junto a varias toneladas de escombros. Las revistas, que estuvieron al alcance de cualquiera hasta el final de la mañana, terminaron finalmente sepultadas con un montón de cascotes para evitar polémicas y fotos indiscretas.
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