Un centenar de personas duermen al raso en el centro

El albergue de transeúntes no puede acoger a todos los ‘sin techo’, aunque se amplía con el gimnasio.
Juan Asensio Muñoz, en Luceros, tras haber sufrido una agresión.
Juan Asensio Muñoz, en Luceros, tras haber sufrido una agresión.
F.González
Juan Asensio Muñoz, en Luceros, tras haber sufrido una agresión.
El albergue de transeúntes municipal tiene 70 camas y 100 plazas de comedor diarias. ¿Pero, y el resto? Cruz Roja les da un kit de supervivencia con saco de dormir, esterilla, ropa de abrigo y algo de comida.  

Además, el Ayuntamiento ha habilitado el gimnasio del albergue para acoger a ahora a  los más necesitados en las noches más frías del año. Los inmigrantes sin techo llevan una media de un año y 11 meses viviendo en Alicante. Y no precisamente en rincones escondidos de barrios modestos, sino en las zonas del centro más caras, como Luceros, la Explanada, Canalejas, Autobuses y Óscar Esplá.

Aunque se les suele asociar con la adicción a las drogas y al alcohol, un estudio del Instituto Nacional de Estadística (INE) refleja que el 30% son abstemios y nunca han consumido drogas.

Sin embargo, en Cruz Roja elevan al 80% la tasa de drogodependientes. El informe del INE refleja también que la mayoría (el 39,4%) tienen entre 30 y 44 años, aunque más de un tercio son jóvenes. El 82,7% de las personas sin hogar son varones. La edad media es de 37,9 años y sus ingresos medios, 302 euros al mes. Y ya casi la mitad son extranjeras.

Enfermo y apaleado en la calle

Le robaron la metadona: La mendicidad en las calles alicantinas no cesa. Y la plaza de Luceros es una de las zonas que los indigentes escogen para pasar como buenamente pueden los avatares y la crueldad del frío invierno.

Juan Asensio Muñoz, de 43 años y originario de Palma del Río (Córdoba ), es un claro ejemplo de ello. Él ha manifestado su claro deseo de morir dignamente después de haber recibido hace unos pocos días una gran paliza por dormir en una obra.

Unos desconocidos le propinaron numerosos golpes en el rostro y extremidades y se apropiaron de de sus escasas pertenencias. Además, los agresores fueron más allá y se llevaron la metadona que Juan necesita para su tratamiento. Está en fase de desintoxicación.

Atendido  por los servicios de urgencias del Hospital General y dado de alta, Juan, portador del virus del sida, intenta ahora sobrevivir como puede al raso de las frías noches de invierno.

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