Un gran despliegue policial frustra el ‘botellón’ de Mayor

Cada acceso a la plaza estaba vigilado por agentes que registraban mochilas sospechosas, y los bares tenían órdenes expresas de no vender a menores.
Dos jóvenes, bebiendo agua ayer en la Plaza Mayor junto a dos accesos vigilados por policías.
Dos jóvenes, bebiendo agua ayer en la Plaza Mayor junto a dos accesos vigilados por policías.
Jorge París
Dos jóvenes, bebiendo agua ayer en la Plaza Mayor junto a dos accesos vigilados por policías.
Un férreo control policial impidió ayer la celebración del tradicional macrobotellón de escolares para celebrar el fin del curso en la Plaza Mayor.

A mediodía, una calma chicha reinaba en el recinto. Los accesos estaban acotados por vallas y vigilados por agentes que registraban las mochilas sospechosas. El nuevo sistema de videovigilancia (14 cámaras fijas y 12 móviles) estaba en marcha. Los bares de la zona habían recibido un comunicado oficial pidiéndoles que extremaran la vigilancia para no vender a menores. Y el mercadillo de artículos navideños estaba vallado y cerrado a cal y canto «por descanso».

«Beberemos en otro sitio»

Ninguno de los escasos grupos de chavales que se dejaron caer por la plaza osaron regar allí el inicio de sus vacaciones navideñas. «Botellón, haremos, pero en otro sitio», explicaba Javier, del instituto Covadonga, que se quejaba de que nadie vendió cerveza a su pandilla, pese a que algunos ya han cumplido los 18.

Pero la vigilancia no sólo frustró a los aficionados al botellón. «No pensábamos beber, hemos venido a comer un gofre, pero tanta Policía es un agobio», se quejaban unos jóvenes de 15 años, alumnos de La Estrella.

Infiltrados en la algarada juvenil

Reunión para analizar lo ocurrido en el Ramiro de Maeztu. Jóvenes ya entrados en la veintena, violentos y que no pertenecen ni al Ramiro de Maeztu ni al Maravillas La Salle alentaron la batalla campal ocurrida el miércoles en la calle Serrano.

Así lo cree el Defensor del Menor de Madrid, Pedro Núñez Morgades, que también achacó el suceso a «la rebeldía de la adolescencia, la trivialización de la violencia y la desinhibición del alcohol», entre otros factores.

El chaval de 15 años que resultó herido durante los disturbios (se cayó de un tejado) continuaba ayer grave en el hospital Niño Jesús. En cuanto a los tres detenidos, la Fiscalía de Menores los entregó el mismo miércoles a sus padres.

El Defensor del Menor, la Comunidad, la Delegación del Gobierno y asociaciones de padres y alumnos celebrarán en los próximos días una reunión para analizar lo sucedido y evitar que este tipo de situaciones puedan volver a repetirse  en el futuro. «Es el momento de sentarse a hablar y a buscar soluciones, no culpables», aseguró Morgades.

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