Derbi sin diálogo

La planísima mayor de la política gallega estuvo el sábado en Balaídos porque, adujeron, los derbis estimulan el diálogo.
Los símiles que hacen los políticos de situaciones y resultados futboleros para aplicarlos a su tarea me suenan siempre a despropósito: no sólo degradan la misión política, sino también el sentido del deporte incluso como negocio.

Que dialoguen y resuelvan ellos en lo mucho que les compete y nos atañe, y los jugadores, que hagan fútbol con chispa. Para eso pagamos. Al margen de los grupitos de exaltados, nadie pensaba en resolver el derbi a estacazos, ni en la calle ni en el estadio. Y tampoco hay que matar la chispa del fútbol en un oropel de diálogo galante.

En Balaídos sólo habló el Depor. Pudo salvar el partido un toque de realismo mágico: que Oubiña, el único jugador gallego sobre el campo, se desdoblara y regateara consigo mismo para dar una punta de genuina galleguidad al encuentro. Pero estuvo tan paquete como el resto y los del palco.

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