Así lo manifestó en declaraciones a Europa Press el presidente de la Federación de Asociaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental de Castilla y León (FeafesCyL), Jesús Corrales Mateos, quien precisó que en el año 2002 los trastornos mentales y neurológicos representaban el 12,9 por ciento de la discapacidad y el fallecimiento prematuro en el contexto mundial.

En este sentido, concretó que, según las previsiones, en el año 2020 este porcentaje se elevará hasta el 15 por ciento y en este mismo año la depresión unipolar por sí misma representará el 5,7 por ciento de la discapacidad en todo el mundo.

La Estrategia en Salud Mental de Castilla y León recoge que la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuantifica la magnitud de los problemas de salud mental y de comportamiento con carácter general entre un 20 y un 25 por ciento de toda la población en algún momento de su vida. De ellas, se estima que entre el uno y el dos por ciento son casos de enfermedad mental grave y prolongada.

Ante esta situación, según explicó, se dan pasos "muy importantes" para la adecuada atención a las personas con enfermedad mental y sus familias por parte de las administraciones, especialmente en los ámbitos sanitario y de servicios sociales, que están "muy implicados" y cuentan con profesionales "muy sensibilizados" con esta problemática.

Más recursos y presupuesto

No obstante, todavía son necesarios más recursos y presupuesto para la salud mental, dado que un aspecto "muy importante" para las personas que la padecen y sus familiares es contar con las asociaciones y entidades que planifican y evalúan los recursos y programas. "Estas personas son los principales actores y viven diariamente con la enfermedad, por tanto tienen mucho que decir y muchas experiencias que aportar", señaló.

Un trastorno o enfermedad mental es una alteración de tipo emocional, cognitiva o del comportamiento en que quedan afectados procesos psicológicos básicos como la emoción, la motivación, la cognición, la conciencia, la conducta, la percepción, la sensación, el aprendizaje o el lenguaje, lo que dificulta a quienes la padecen la adaptación a su entorno cultural y social y crea alguna forma de malestar subjetivo.

Por otra parte, estudios sobre salud mental consideran que salud y enfermedad mental no son condiciones que permitan definir a la una como la ausencia de la otra, sino que son un continuo en el que se reflejan diferentes grados o niveles de bienestar o deterioro psicológico.

Una de cada cuatro personas

Todas las personas tienen probabilidades de padecer una enfermedad mental, al igual que ocurre con muchos otros tipos de dolencias. En este sentido, una de cada cuatro personas sufre un trastorno mental a lo largo de la vida.

No obstante, teóricamente existen personas con más predisposición genética que otras a padecer enfermedades mentales y los factores ambientales pueden afectar de forma determinante en la aparición de estos trastornos, por lo que todo el mundo se encuentra expuesto a ello.

A pesar de que todas las personas en algún momento de su vida experimentan sentimientos de tristeza, ansiedad o insomnio, estos síntomas se únicamente se consideran un trastorno mental cuando provocan un comportamiento social desajustado, causan un importante malestar subjetivo y son persistentes en el tiempo.