El Gobierno vasco no quiere que su uso aumente de forma descontrolada. Por eso, ayer, el consejero de Sanidad, Gabriel Inclán, defendió la necesidad de que cueste dinero. «Su uso es esporádico», justificó. Y añadió que hay mujeres que la utilizan hasta cinco veces al año.

Durante su comparecencia en la comisión parlamentaria, a petición del PSE-EE, Inclán se mostró de acuerdo en que se siga exigiendo receta para dispensar la píldora en las farmacias. Eso sí, que se suministre como receta verde, es decir, con una rebaja del 40% sobre su precio. Lo que significa que costaría unos ocho euros. Aunque el consejero de Sanidad habló de 10. «Todo el mundo puede pagar 10 euros. La clave es la disponibilidad», dijo.

Se refería a la necesidad de que en todo momento en las farmacias estén disponibles las píldoras, ya que se suele recurrir a este sistema abortivo en casos de emergencia. Como es el caso de rotura del preservativo.

Uno de los temores de Inclán es que si la píldora es gratuita pueda ser sustituida por el condón; el método más seguro para evitar enfermedades de transmisión sexual. En enero, los consejeros de todas las comunidades autónomas se reunirán para intentar adoptar una posición conjunta.

No es un anticonceptivo

Los defensores de que la píldora poscoital sea gratis alegan que de esta forma se evitarían menos embarazos no deseados y, por lo tanto, también menos abortos. Sin embargo, el consejero vasco de Sanidad, Gabriel Inclán, defendió en el Parlamento que no tiene por qué ser así. Entre 2001 y 2003 en el País Vasco el número de abortos aumentaron el 0,44%. Es una subida muy por debajo de la de otras comunidades autónomas, donde la píldora es gratis. El hecho de que para tomarla haya que acudir al médico y pedir receta hace que muchos jóvenes se preocupen previamente por utilizar otros métodos anticonceptivos. Precisamente, se trata de que la píldora se utilice de forma excepcional y no como anticonceptivo.