Miguel Ríos dice adiós con tres vídeos virales que cumplen los tópicos del rockero violento: arrojando una televisión por la ventana de un hotel, golpeando a otro rockero y destrozando una guitarra.

¿Seguro que se va?

Sí, sí (risas). Siempre me ha preocupado estar por debajo del nivel que puedo dar. Y ahora tengo una edad en la que no voy a tener tanta energía. El rock and roll es un género muy energético. Hay que morir sobre el escenario.

¿A qué se dedicará?

A disfrutar de mi tiempo libre. Sobre todo, a vivir a otro tempo, más reflexión y menos acción.

Aparte de los tópicos, ¿qué define al rockero?

Hay mucho de actitud, es una manera de ver la vida. Cuando yo abracé este género no había precedentes, era una ruptura con todo lo anterior. Había cierta rebeldía contra todo.

¿Hoy en día hay menos contra lo que rebelarse?

Hay muchísimas cosas, pero a nivel individual muchas menos, ya que hay más libertades y más justicia. Nos hemos adocenado un poco.

¿Se puede ser progresista y vivir a lo grande?

Bueno, a lo grande tampoco vivo... Estoy muy contento en ese sentido,  pero tampoco soy multimillonario, y al fin y al cabo, llevo 50 años sin parar de currar. De hecho, muchas veces he pensado que ganaba más de lo que merecía, más de lo que mi conciencia me permitía, y eso me ha jodido. No me gustan demasiado los ricos.

¿Ve más rockero a Zapatero o a Rajoy?

Debería ser más rockero Zapatero, pero La Moncloa tiene algo que te quita toda la actitud rockera... Rajoy es más de vals. Pero del de las mariposas (risas).

Pidió una huelga general contra la piratería.

¿Sigue en sus trece?

A mí ya no me toca esa guerra.

BIO. Nació en Granada el 7 de junio de 1944. Triunfó en los 60 con El himno de la alegría. Ha publicado una veintena de álbumes.