El ‘mobbing’ llega a casa

Acoso y derribo: Cada vez más inquilinos en régimen de renta antigua denuncian las presiones recibidas por parte de propietarios y constructores para que desalojen su casa.
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El término mobbing, acuñado hasta hace poco sólo para las relaciones laborales, tiene ahora una nueva acepción: la presión de los propietarios sobre los inquilinos de renta antigua para que abandonen sus casas. Una práctica cada vez más denunciada, pero difícil de demostrar.En la mayoría de los casos se trata de edificios viejos situados en el centro de las ciudades. Un caramelo para sus propietarios, que pueden sacar mucho dinero una vez reformados. Eso sí, para ello todos los vecinos, con una renta antigua que da poco beneficio, deben desalojarlo.

El primer paso es realizar una oferta económica, normalmente ridícula. Sin embargo, el miedo a las presiones y el estado ruinoso en el que el propietario conserva el edificio hace que la mayoría acepte. El mobbing ya ha empezado, y quienes no firmen sufrirán con más fuerza esta campaña de acoso.

«Las medidas de presión más comunes son las obras y los trastornos que conllevan, como cortes de luz o agua», asegura Gustavo Samayoa, secretario de la Federación de Usuarios y Consumidores Independientes (FUCI). Las presiones también incluyen el alojo de vecinos problemáticos. El problema está en probar estos comportamientos delictivos. Si se consigue, el derecho penal contempla denuncias por amenazas y acusaciones de fraude procesal si se inician procedimientos de desalojo injustificados.

Se vende con ‘bicho’

Ésta es la expresión que ya acuñan algunas inmobiliarias para referirse a una operación de compraventa con inquilinos dentro. Legalmente, este proceso es totalmente lícito. El arrendatario sigue conservando intactos sus derechos y obligaciones, aunque ahora con el nuevo propietario. En la práctica, supone más presión. «Es algo más frío, ya no existe la relación personal que podía haber antes entre las dos partes –afirma Samayoa–, se trata de comprar el edificio con gente y vaciarlo como sea».

Testimonio

«Quieren echarme de casa»

Concha ha pasado sus 72 años de vida en la casa donde nació. «Te puedes imaginar la de cosas que he vivido yo allí», afirma la anciana, que cuenta que sus padres alquilaron el piso en 1928. Desde entonces, su renta sólo ha subido hasta las 8.000 pesetas mensuales. Ahora, la constructora que ha comprado el edificio quiere desalojarlo. «No arreglan las averías, los que quedamos tenemos goteras y humedades, nos cortan la calefacción cuando quieren y así no se puede vivir», relata. Se lamenta de que el resto de inquilinos cediesen «por cuatro perras», porque «somos dos viudas y un matrimonio también anciano, que no podemos hacer nada», y se queja del desamparo que sufre: «Me he quejado a la Policía, pero me piden pruebas, y en el resto de sitios te escuchan, pero no hacen nada». Ha resistido hasta ahora, pero la anciana empieza a plantearse si merece la pena aguantar. «Lo último es que nos enviaban a chicos para buscar termitas y luego no tapaban los agujeros».

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