Aunque Berlusconi ya debe estar más que acostumbrado a que le lluevan palos desde todos aquellos sectores que no están de acuerdo con su gestión, el de hoy tiene el plus de que va a resonar en las próximas horas en todos los confines del planeta gracias a ese enorme altavoz mediático que es el Festival de Cannes y en el que hoy se ha proyectado el documental que deja en evidencia la actuación de su gobierno durante los meses posteriores al terremoto que asolo L'Aquila en abril del año pasado.

Aquila: Italia tiembla de Sabina Guzzanti, es un documental a la antigua usanza, nada del estilo de Michael Moore asoma durante el metraje, en el que se explican las medidas tomadas desde el poder para, en este orden, controlar a los damnificados en un campamento, evitar que vuelvan a su ciudad natal y, para finalizar la traca, construir una nueva ciudad sacada de la manga para reubicar a todos aquellos que se han quedado sin hogar.

No solo del drama de L'Aquila vive el título, también menciona las leyes que, al amparo de Berlusconi, permiten obviar la legalidad para tener manga ancha en situaciones de emergencia, o se hace eco de los constructores que, en mitad de la madrugada del día del terremoto, comentan entre risas veladas que "una oportunidad así no sucede todos los días". También hay referencias a las conexiones de Il Cavaliere con la mafia, pero en esos momentos el documental parece perder pulso y fuerza, todo lo contrario a los momentos en los que contacta con las víctimas del seísmo.

Tournée y Chonquing blues, primeras a competición

Y por fin han comenzado las películas de sección oficial. Mathieu Amalric es uno de esos actores, francés para más señas, exquisitos pero que no se prodigan en exceso en pantalla. Por estos lares nos debería sonar su cara de Quantum of solace, la última de Bond, en la que interpretaba al villano de la película, y de Munich, la cinta de Spielberg sobre el conflicto arabe-israelí en la que hizo un pequeño gran trabajo a la sombra de un reparto demoledor. A Cannes ha venido por partida doble, en faceta de director y de actor, con Tournée, una historia sobre un productor televisivo que emigra a Estados Unidos a hacer las americas y cuando decide volver con un grupo de nuevo cabaret saborea las mieles de la derrota en una Francia en la que es poco más que un descastado.

Tournée es una vuelta de tuerca a la historia del eterno fracasado que sobrevive a base de trapicheos aquí y allá. Con su grupo de cabareteras traídas de Estados Unidos recorren Francia, pero a la manera del personaje de Amalric, en pequeñas localidades, alejados de la fama y el glamour que sus compañeras de viaje esperan. Una historia entretenida, muy trabajada en el aspecto del nuevo cabaret, pero a la que le faltó fuerza para impactar con su personaje protagonista.

Chongquing blues, de Wang Xiaoshuai, es una de esas historias en las que el protagonista, de vuelta a casa tras un largo viaje, se encuentra con que el mundo que conocía se ha puesto patas arriba. Muerto su hijo, Lin vuelve a Chongquing, su ciudad natal a descubrirse a sí mismo. Con ésta, los organizadores ya han cumplido con la cuota de cine de autor que tanto gusta a un espacio crítico y tantos ronquidos provoca en otros. Y no va a ser la única propuesta del estilo que nos encontremos estos días.

Pero mañana va a ser otra cosa. Aterriza en La Croissette Oliver Stone y el séquito de Wall Street: Money never sleeps. Michael Douglas, Shia Laboeuf, Carey Mulligan... tendremos estrellas de sobra para inaugurar un fin de semana en el que también podremos echarle un vistazo a lo nuevo de Woody Allen. Lo dicho, el fin de semana promete emociones.