Eduardo Mendoza considera una Feria del Libro "un territorio para poder desarrollar los sueños"

El escritor, que confesó haber sido "tacaño con los libros", inaugura la Feria del Libro de Sevilla 2010

El escritor Eduardo Mendoza, que ha abierto la Feria del Libro de Sevilla 2010 con la conferencia inaugural, consideró hoy que una feria del libro es "un territorio en el que los sueños se pueden desarrollar mientras se pasea por las obras de los escritores y donde el lector tiene que ser generoso con los libros".

Asimismo, el escritor barcelonés, que estuvo acompañado por la delegada de Presidencia y Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, Maribel Montaño, el delegado provincial de Cultura, Bernardo Bueno, la presidenta de la Asociación Feria del Libro de Sevilla, Juana Muñoz, y el director de la feria, Javier López, recurrió a un poema de Charles Baudelaire para asegurar que es "bonito pensar que el hombre es el que ve los símbolos, pero mejor aún creer que son éstos quien ven con cariño al hombre, como así hacen los libros".

Por otro lado, el autor de 'La verdad sobre el Caso Savolta' acudió a la biografía de San Juan 'El Limosnero' para hacer ver que "ha sido tacaño con los libros" y, por ello, aprovecha su asistencia a la Feria del Libro de Sevilla para "devolverles todo el placer y el enriquecimiento que le han otorgado en muchos momentos de su vida". San Juan, cuya existencia descubrió el escritor en un viaje a Venecia, "antes de ser santo y limosnero fue un tacaño y nunca daba lismona a los pobres", dijo. Esta situación cambio hasta que éste vivió un sueño con el que comprendió "el valor de los mendrugos de pan para los pobres".

En este sentido, Mendoza se mostró dispuesto a contribuir con su mendrugo -en referencia a los trozos de pan que ofrecía el santo a los mendigos— para hablar bien de los libros".

Así, continuó afirmando que "los libros son unidades de lectura que lo han acompañado toda su vida, pero no los ha tratado bien, pues los ha regalado o los ha perdido". De esta manera, recordó libros que adquirió en el mercado negro como el 'Ulises', de Joyce, y la felicidad que sentía cuando cortaba las hojas aún por separarar de la obra. Por otro lado, confesó la alegría de meter los libros en cajas para una mudanza y volver a encontrarlos al abrir éstas, así como la consiguiente clasificación.

Otro momentos de felicidad "sin límites" que nombró el autor de 'La ciudad de los prodigios' fue la escritura de una lista de libros para leer, "de las que nunca pasó del primero", o la selección de obras para un viaje, para los que recomendó "seleccionar dos, por si uno no te gusta". Concluyó que "todos estos momentos de felicidad los otorgar un artículo tan humilde como el libro".

En este sentido, bromeó que es "la fuente de vida" de los que viven de los libros, comentando que, a veces, piensa "cuántos libros tiene que vender un librero para cenar él, unos 16 si come fuera de casa".

"seguiremos leyendo"

Mendoza aseguró que "no sabe que podríamos hacer por los libros, pues lo queremos tanto que cunde el miedo ante la posibilidad que desaparezca". Si bien, precisó que éste es un hecho ante el que se reacciona de forma "exagerada, ya que si la tecnología hace que un sistema nos resulte mejor que el libro, pues nos pasaremos como sucedió con los ordenadores", explicó. "Si el libro desaparece, seguiremos leyendo", aseguró.

El escritor, que en principio tituló la conferencia 'Encuesta personal sobre la lectura: una falsificación', apuntó que, ante la posibilidad de aburrir con este tema, sintió la necesidad de cambiar las palabras tras saber ha tenido la oportunidad de mantener un contacto directo con lectores de diversos orígenes, características y edades, "un hecho que le compensa y vale la pena", señaló. Así, en lugar de hablar de la "idea falsa que tenemos de lectura", prefirió hablar de los libros y lo que les debe. En este sentido, dijo que esta falsa idea de lectura "no coincide con lo que realmente hacemos cuando leemos, pues cuando leemos hacemos una cosa y cuando explicamos esta vivencia otra.

Por otro lado, indicó que ante la lectura "todos somos infantiles, pues renunciamos a la credibilidad para dejarnos engañar por alguien que cuenta algo deliberadamente falso y como conocemos que esa historia es inventada, la creemos más".

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