Asociaciones ecologistas y vecinales dicen que el dragado puede desestabilizar los pilares del Puente Piedra

Varias asociaciones ecologistas y vecinales advierten de que el dragado del Ebro, con la creación de un canal de navegación, produce la desviación de una parte del agua de toda la sección del cauce hacia uno de los arcos del Puente de Piedra que produce un efecto erosivo muy fuerte, que puede implicar a medio plazo, un riesgo de desestabilización por descalce de los pilares de la primera arcada.

En un manifiesto, estos colectivos añaden que, en el resto de las arcadas, la dinámica del río tiende a depositar materiales como uno de los efectos que el dragado y el azud están produciendo en relación al movimiento de gravas en ese punto.

En un comunicado aseveran que el dragado "es un mal ejemplo de actuación; es un parche temporal" y puntualizan que mientras en otros lugares de España, Europa y del mundo, se desarrollan proyectos que tratan de devolver a los ríos su espacio y su dinámica natural, en Zaragoza, "nuestro Ayuntamiento sigue en la idea de que es posible dominar y controlar el Ebro, a cualquier precio, y eso lo hace al amparo de una Exposición Internacional autollamada 'del Agua y la Sostenibilidad' con pretensión de dar ejemplo al mundo".

Así, detallan que el Ebro es un río de régimen mediterráneo que no puede ser comparado con otros ríos europeos navegables, como el Támesis, el bajo Guadalquivir o el Sena. Los dos primeros son estuarios y el Sena a su paso por París, desde hace siglos ha dejado de ser un río para ser una canalización de hormigón.

En el tramo urbano de Zaragoza, el Ebro es un río de cauce marcadamente inestable por naturaleza; su lecho está formado por gravas y arenas que se mueven -y mucho- durante las crecidas de periodo de retorno anual. Cada vez que se modifica la morfología del lecho mediante una extracción de áridos, el río tiende a reponerla.

Por ello, advierten de que "cualquier intervención en el lecho origina una respuesta de éste a través de una serie de erosiones y sedimentaciones" y recuerdan que "lo hemos visto claramente en los sucesivos dragados que se han hecho a su paso por Zaragoza para permitir la fracasada navegabilidad".

Así, califican de "afirmación gratuita" pretender imputar ese efecto a los aportes realizados al cauce con motivo de las obras de acondicionamiento para la construcción de los puentes.

Entre sus argumentos exponen que la barra de Helios, que data de 1927, en los últimos años ha crecido tanto en altura como en extensión, tal como se anunció en el informe planteado por los dieciséis científicos que desaconsejaron la realización del primer dragado y el crecimiento de esa barra es la simple respuesta del río.

"Al hacer el canal de navegación paralelo al muro del Paseo Echegaray, ha aumentado la incisión en esta margen y la deposición de gravas en la orilla contraria; es decir, en la de Helios, además de otras lesiones estructurales que ya son visibles en el interior del templo del Pilar", alertan.

"las gravas no son basura sin vida"

Estos colectivos explican también que extraer gravas del río "no supone una limpieza del cauce" al indicar que "en las gravas, como si fuera una esponja, se encuentra el freático del río; el agua subterránea que permite que existan bosques de ribera".

Por ello, la extracción repercute en el descenso su superficie piezométrica, y eso puede afectar a la vegetación de ribera, "como se observa en la actualidad en el soto Cantalobos, cuyos árboles están muriéndose tras la extracción de gravas que se produjo en 2008 para la construcción del Cuarto Cinturón de circunvalación".

Tras sentenciar que "las gravas no son basura sin vida" relatan que entre las gravas viven organismos que conforman el primer eslabón alimenticio de la cadena trófica del río. "Utilizar el termino limpieza del cauce para designar operaciones masivas de dragado, no deja de ser un eufemismo que trata de enmascarar lo que en definitiva es un atropello desde el punto de vista hidrológico y de la buena salud del ecosistema".

Estos colectivos aplauden el propósito de acercar la ciudadanía al río, pero "no compartimos la forma" al argumentar que se realiza contra los principios de la Directiva Marco del Agua y del Plan Estratégico Nacional de Restauración de Ríos.

En el manifiesto suscrito por estos colectivos dicen que el Gobierno Municipal del Ayuntamiento de Zaragoza, "sin atender el informe firmado por dieciséis científicos especialistas en dinámica fluvial y ecosistemas acuáticos, proyectó un plan para la navegación en los meses estivales, que es la época de menor caudal, con unas embarcaciones no aptas para el calado natural del río en ese momento del año".

Recuerdan que todos los intentos realizados desde entonces para adaptar el río a las embarcaciones en su día elegidas, han resultado un "fracaso incuestionable" y sentencian que "ni el azud, ni los dragados sucesivos, ni la colocación de motores en las embarcaciones han hecho posible la navegación".

"no gran entusiasmo"

Además, aprecian que los ciudadanos tampoco han demostrado un gran entusiasmo por participar en ese proyecto. Según las cifras oficiales, el primer año 22.000 pasajeros usaron el servicio de esos barcos frente a los 350.000 esperados, y el segundo, escasamente 5.000 (en buena medida colegios invitados) frente a una ocupación prevista de 20.000 usuarios.

Agregan que este proyecto de navegabilidad ha supuesto a las arcas de la ciudad 24 millones de euros cuando en principio iba a resultar ser gratuito, ya que se iba a amortizar mediante una central hidroeléctrica que al final no se construyó.

A ello hay que añadir los 5 millones de euros invertidos en la construcción de embarcaderos y reforma de uno de los vanos del puente medieval (el Puente de Piedra), así como los 300.000 euros de compensación anual que debe abonar al Ayuntamiento la empresa por la perdida en ventas de billetes.

Concluyen al defender la dimensión "afectiva, lúdica, emocional de los ríos, además de su función como sistemas naturales". En ese sentido, reivindican los espacios fluviales para el paseo por sus riberas, para el baño y para la navegación, en el marco de unos ríos vivos y limpios, que mantengan su dinámica natural, la morfología de su lecho, un régimen respetuoso de caudales, la vida acuática y, en definitiva, la calidad de su ecosistema.

Los colectivos que suscriben el manifiesto son Fundación Nueva Cultura del Agua, Centro Ibérico de Restauración Fluvial, Asociación Naturalista de Aragón ANSAR, COAGRET, Ecologistas en Acción, Sociedad Española de Ornitología SEO, APUDEPA y Equipo Triacanthos, además del PCA e Izquierda Anticapitalista Aragón.

Entre las asociaciones vecinales lo firman la Asociación de Vecinos Puente Santiago-Actur, Asociación de Vecinos Casco Viejo, Asociación de Vecinos La Paz, Asociación de Vecinos Oliver, Asociación de Vecinos Venecia-Montes Torrero, Asociación Vecinal La Madalena, Coordinadora del Parque Oliver.

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