Los policías que detuvieron al presunto autor del 'crimen de Monelos' descartan que tuviese síntomas de embriaguez

Un agente declara que le pareció "orgulloso de lo que hizo" y otro dice que lo vio "consciente de lo que acaba de hacer"

Los policías que detuvieron a Marcos G.G., de 34 años, presunto autor de la muerte de un vecino en el barrio coruñés de Monelos, aseguraron hoy que "en ningún momento" apreciaron que el acusado estuviese bajo los efectos del alcohol en el momento de su detención. Un agente aseguró también, en la segunda sesión de la vista oral que se celebra en la Audiencia Provincial de A Coruña, que le pareció "orgulloso de lo que hizo".

Marcos G.G. está acusado de matar, de dos disparos, el 16 de julio de 2008 a José M.H., de 50 años, en el Camino de la Iglesia en el barrio de Monelos. En su calificación, el fiscal sostiene que el procesado, con el que, al parecer, su familia y la de la víctima, habían protagonizado algunos enfrentamientos, paró el vehículo en el que viajaba al ver al fallecido, se apeó del coche y le disparó hasta en dos ocasiones con una escopeta que llevaba en el maletero.

En la segunda sesión del juicio oral, que se celebra en la Audiencia Provincial de A Coruña con jurado popular, los dos policías que lo detuvieron aseguraron que no apreciaron síntomas de que estuviese bajo los efectos del alcohol, según declaró ayer el acusado que dijo haber estado toda la noche anterior a los hechos y parte de la mañana de ese mismo día bebiendo cocacola con whisky.

"No tenía voz pastosa o andar deambulante", señaló uno de los agentes, que aseguró que el aliento "no le olía a alcohol". Además, sostuvo, a preguntas de la acusación particular, que lo vio "consciente de lo que acaba de hacer".

"vi un tono de orgullo"

También otro agente de la Policía Nacional explicó que vio en Marcos G.G., tras su detención, "a una persona que estaba bien y vi un tono de orgullo por lo que había hecho". "Iba caminando con la cabeza alta y diciendo que lo había hecho", añadió.

En los mismos términos, se manifestó una testigo que explicó que vio, desde su vehículo, a la víctima tendida en el suelo y al acusado a su lado. "No vi que se tambaleara", indicó esta testigo, quien aseguró también que "su mirada le dio miedo".

Por el contrario, el amigo del acusado, que estuvo con él horas antes de producirse los hechos, indicó que el acusado estuvo bebiendo cocacola con whisky y que estaba "todo borracho". Sin embargo, aseguró que su amigo nunca le había comentado que tuviese alucinaciones, argumento que sostiene la defensa que pide que se tenga en cuenta como atenuantes los problemas psiquiátricos y de alcoholismo del acusado.

También hoy declaró a su madre, que afirmó que a los 11 años su hijo empezó a tener "problemas" y que se agravaron cuando comenzó el instituto. Así, señaló que consumía alcohol y que cuando lo hacía era "agresivo". Asimismo, aseguró que le había quitado en varias ocasiones navajas de los bolsillos. "Decía que tenía miedo y que de noche lo pasaba mal porque veía cosas raras", apuntó.

En cuanto al día de los hechos, indicó que la Policía llegó a casa preguntándole por su hijo y que ella les comentó que no estaba, aunque admitió que su otro hijo ya le había explicado que acusado y víctima "habían discutido y que le había disparado", reconoció. Asimismo, dijo que cuando su hijo Marcos llegó a casa le pidió que llamara a la Policía "que se quería entregar" y sostuvo que en ese momento "estaba fuera de control".

El juicio está previsto que concluya mañana. El fiscal pide penas que suman 17 años de prisión, por los delitos de asesinato, tenencia ilícita de armas y contra la seguridad vial, pero tiene en cuenta la atenuante de embriaguez. Sostiene también que el acusado "tiene rasgos compatibles con un trastorno límite y disocial de personalidad que por sí sólo no afecta a sus facultades psíquicas superiores", aunque afirma que "disminuyen de forma leve cuando se ingiere alcohol". La acusación particular eleva la petición a 20 años de cárcel.

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