Chinitos vienen, chupetes van

  • Chapas de Smiley, pulseras de la suerte, letras para colgar al cuello...
  • Hubo temporadas en las que no lucir determinados accesorios suponía estar 'out'. La mayoría, con todo, fueron modas efímeras.
Muchos tipos de pulsera han protagonizado modas efímeras.
Muchos tipos de pulsera han protagonizado modas efímeras.
Muchos tipos de pulsera han protagonizado modas efímeras.

Son unas simples tiras de plástico, pero tienen revolucionado a medio continente. Las conocidas como 'pulseras del sexo' o 'pulseras sexuales' se han puesto de moda entre los jóvenes de países americanos como Estados Unidos y Brasil.

<p>Tois.</p>Las hay de distintos colores y cada uno se corresponde con un deseo. Así, el que lleva una pulsera sexual roja quiere disfrutar de una danza erótica, quien luce una amarilla espera que alguien lo abrace, el que adorna su muñeca con una naranja está pidiendo un beso en la boca... El tiempo lo dirá, pero a juzgar por la fugacidad de muchas tendencias de este tipo en las últimas tres décadas, la de las pulseras del sexo se convertirá pronto en otra moda pasajera.

Hace sólo cinco años causaron furor las tiras de silicona. En ellas, los colores tenían también un significado -en este caso, benéfico-. La primera la lanzó el ciclista Lance Armstrong; era amarilla y los beneficios de su venta se destinaban a su fundación, que ayuda a personas que luchan contra el cáncer. Pronto, otros organismos lo imitaron y empezaron a distribuir pulseras naranjas (por la erradicación de la malaria), rojas (de apoyo a la candidatura olímpica de Madrid 2012), de un tono azul celeste (para reclamar agua para todos en Murcia)...

Sin dejar los adornos para la muñeca, pero más de diez años antes, se llevaron finas pulseras de cuerdas trenzadas con bolitas de colores -cómo no- indicativos: el rojo para el amor, el amarillo para el dinero; el verde para la esperanza... Éstas se vendían como amuletos y, de acuerdo con las instrucciones, <p>Chupetes.</p>había que anudárselas y llevarlas hasta que se rompieran. Duraron apenas un verano.

Las pulseras de macarrones, hilos de plástico o cables también se lucían pero, además, proporcionaban entretenimiento. Y es que éstas había que diseñarlas y crearlas utilizando tiras de plástico que se entrecruzaban.

Entre los mayores causaron furor otras, las pulseras magnéticas. Las comercializaban varios fabricantes, pero todas tenían elementos imantados que, supuestamente, tenían propiedades beneficiosas para el cuerpo y la mente.

Los chinitos carecían de cualidad curativa, pero en teoría sí proporcionaban suerte a su portador. Servían para adornar pulseras, tobilleras, collares... Estaban fabricados en madera, medían menos de un centímetro y a finales de los ochenta vivieron su boom en nuestro país: colgaban de todas partes.

<p>Smiley.</p>Años después colgarían los chupetes. Éstos eran de plástico. De todos los tamaños y colores, se vendían también para llamar a la fortuna.

Una función más evidente tenían las letras con relieve de color plateado y en torno a medio centímetro de altura que llevaban arandelas en la parte superior. Se utilizaban, por lo general, para formar el nombre propio de quien las lucía y se colgaban de cordones que después se ataban al cuello. Algunos llevaban el nombre de sus parejas.

Smiley llegó en los ochenta a nuestro país para invadir las prendas de ropa y los accesorios como bolsos o gorros en forma de chapa. El rostro sonriente que se convirtió en icono del acid house se vendía sobre todo en amarillo, pero se veía también en tonos fosforitos como el verde o el rosa.

<p>Chinitos.</p>

Cuestión de ánimo

También llegaron a acaparar camisetas -aunque empezaron como pegatinas- los 'tois'. Estos simpáticos muñecos verdes con antenas llevaban mensaje incorporado, del estilo "toi namorao", "toi cachas" y "toi chungo"; el rostro del muñeco acompañaba siempre el sentido del texto.

Anudados a la muñeca e incluso atados alrededor de las piernas se llevaron los pañuelos vaqueros. La mayoría eran de color azul o rojo con algún estampado en blanco. Muchos los llevaban en la cabeza, allí donde guardan recuerdos de la cantidad de accesorios que lucieron con fervor... y que tan pronto como vinieron pasaron de moda.

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