Llegó a Barcelona en 1973, después de acabar sus estudios en Francia. «La conocía desde niña y me encantaba», explica. Empezó como camarera en Las Violetas, cerca de la plaza Molina, donde parte de la clientela eran miembros de la denominada gauche divine.
«Por allí iban gente como Tusquets, Bohigas, Terenci Moix, Bigas Luna, Brossa… Un día, un productor de Radio Juventud me propuso ir al programa Mil por mil. Le gustaba mi voz. En el mismo programa estaba Tito B. Diagonal y la primera sorprendida por el éxito fui yo», recuerda.
A finales de los 70 fichó por la SER y más tarde por Radio Nacional. Volvió a la SER para trabajar con Xavier Sardà, y hace ocho, cuando éste decidió dedicarse a la tele, lo dejó. «Tuve que escoger entre la radio o el restaurante de la Miró», afirma. Y es que la cocina es la otra gran pasión de Françoise Cauët, que fue también pionera en regentar un restaurante en un museo: «Hacemos comida de todas partes del mundo, pero sencilla y siempre con alguna singularidad».
No oculta sentir cierta «morriña» de su época de mito de la radio. «Algunos taxistas aún me reconocen por la voz», asegura. Se lamenta de que la radio haya cambiado tanto en los últimos años. Intentó probar suerte en la tele y empezó a colaborar en La Palmera de Jordi González. «Pero la tele no me gustaba, prefiero el anonimato que da la radio», sentencia.
Escucha poco la radio y tampoco ve mucha tele. «Cuando trabajaba pensaba que no escuchar la radio era una manera de mantener la frescura y he perdido el hábito», explica.
Próxima entrega
Jaume San Roman. Actor de figuración
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