Este trabajador argelino, llamado Bouzian, abrió ayer el negocio con normalidad, pese a que su jefe fue arrestado junto con otras diez personas acusadas de integrar una célula que financiaba y daba apoyo logístico al Grupo Salafista para la Predicación y el Combate.
Explicó que los guardias se llevaron, además de las facturas y otros documentos sobre la actividad económica de la tienda, «cintas de contenido religioso», en concreto con versos del Corán, de su propiedad.
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