Buttiglione afirma que "el comunismo cayó gracias al testimonio de fe y cultura de todo un pueblo"

El cardenal Carlos Amigo incide en la estrecha vinculación de Juan Pablo II con el fenómeno del sufrimiento

El vicepresidente de la Cámara de Diputados de Italia, Rocco Buttiglione, afirmó ayer que el comunismo "cayó gracias al testimonio de fe y cultura de todo un pueblo", y que "el régimen que afirmaba gobernar en nombre de los obreros y campesinos, no resistió la prueba evidente de que éstos se reconocían más en la Virgen de Czestochowa, que en la hoz y el martillo".

Buttiglione hizo estas declaraciones durante la conferencia que ofreció bajo el título 'El proyecto europeísta de Juan Pablo II' en el marco del Congreso Mundial Universitario 'Juan Pablo II Magno' que tiene lugar hasta el próximo domingo en la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), según informaron fuentes de la institución docente en un comunicado.

El parlamentario italiano, estrechamente vinculado al Papa Woijtyla, explicó que "durante su primera peregrinación a la Polonia libre, Juan Pablo II advirtió a los líderes de la nación reunidos en el Palacio Real de Varsovia, que el país se encontraba en una encrucijada: sentarse como el último país a la mesa del consumismo occidental, o entrar en Europa llevando consigo el legado del gran testimonio que se había ofrecido durante los años del comunismo, como un tesoro capaz de enriquecer el conjunto de Europa y ayudarla recuperar la verdadera conciencia de su identidad".

Durante la tarde, en el Congreso, intervinieron también el presidente del Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos, cardenal Jozef Tomko, el arzobispo emérito de Sevilla, cardenal Carlos Amigo, y el cardenal arzobispo de Barcelona, Luis Martínez Sistach

Tomko, quien disertó sobre 'La dimensión misionera y el impulso a la Nueva Evangelización en Juan Pablo II', explicó que "el ministerio misionero del gran Papa, gira en torno a sus viajes, mientras que su magisterio misionero, encuentra la expresión más completa en la encíclica 'Redemptoris Missio', a las que se añade la categoría cada vez más evidente de la Nueva Evangelización".

El purpurado relató, en relación a la dimensión viajera del pontífice, una anécdota descriptiva que circulaba por Roma (Italia) durante los últimos años de su pontificado, y es que "a la pregunta sobre la diferencia entre el Padre Eterno y el Santo Padre, la respuesta era la siguiente: el Padre Eterno está en todas partes, el Santo Padre, ya ha estado".

"El balance de sus 104 viajes fuera de Italia, es impresionante y abarca todos los continentes, pero los más duros entre ellos, fueron sin duda los más de veinte viajes en tierra de misión", aseguró.

Relación con el sufrimiento

Por su parte, Amigo, miembro del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, incidió en la estrecha vinculación de Juan Pablo II con el fenómeno del sufrimiento, a través de una ponencia titulada 'Juan Pablo II y el sufrimiento. Un testigo y un maestro'.

Al respecto, explicó que el Papa Woijtyla "sentía un especial afecto y preocupación por los enfermos, los ancianos, los débiles, los leprosos los afectados por el SIDA", y recordó las palabras con las que Juan Pablo II se dirigía a ellos, cuando decía que "ocupáis un lugar especial en mi corazón, cuando estoy con vosotros me encuentro con la fuerza de la sabiduría divina que existe en la cruz de Cristo".

El cardenal Amigo añadió que "todos los que sufren estaban en el corazón del Papa, quien les manifestaba continuamente su aprecio y les llevaba una palabra de esperanza, de forma especial en el transcurso de sus viajes apostólicos, en los que no solía faltar un encuentro con ellos".

A continuación, Sistach, analizó la colegialidad episcopal en el Magisterio de Juan Pablo II y destacó su importancia en el contexto del Concilio Vaticano II, donde fue uno de los temas estrella. El prelado recalcó que "la comunión con el Papa implica ser católico y estar asimismo en comunión con el resto de los obispos que integran el Colegio Episcopal".

Martínez Sistach destacó "la importancia de éste en el pensamiento del Papa polaco", puesto que "Juan Pablo II tuvo ante sí la misión de aplicar el espíritu del Concilio Vaticano II acerca de la colegialidad episcopal, y afirmaba que un obispo no debe limitarse de forma única a trabajar por la diócesis que se le ha encomendado, sino que debe buscar el bien de toda la Iglesia Universal".

Por último, El purpurado aseguró que la colegialidad afectiva y efectiva "constituye una gran ayuda para el primado de Pedro" y destacó "la importancia de las conferencias episcopales, como expresiones particulares de la colegialidad, de las Visitas ad Límina, vinculadas estrechamente al afecto episcopal y la actividad sinodal, a la que Juan Pablo II concedió una importancia capital".

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