El disparo de una bala fue el desencadenante de una eterna ofensiva judicial que ha destrozado psicológicamente a dos familias enfrentadas y unidas por un niño de 12 años. Su padre apretó el gatillo en febrero de 2001 y el proyectil impactó en su cuerpo de forma irreversible. Entonces Mario tenía tres años. Una madre viuda. Y unos abuelos paternos rotos por el dolor y atraídos por la rabia tras la muerte de su hijo.
El fallecimiento de José Miguel rompió la frágil y deteriorada relación que unía a la familia política e inauguró una histérica batalla por la protección y educación de Mario. Dos frentes abiertos y un único objetivo. Los abuelos, Carlos Cuenca y Carmen Ayala, reivindicaban su cariño y, su madre, el derecho a ejercer de referente materno. Venció el rencor. Incapaces de resolver sus diferencias de forma dialogada, los abogados se convirtieron en interlocutores.
Régimen de visitas
El Juzgado de Primera Instancia de Ibi (Alicante) falló un régimen de visitas y la paz familiar duró un suspiro. Y dos versiones. Carlos defiende que el cariño que su nieto sentía por ellos fue mutando en rencor por la influencia negativa que su madre ejercía sobre su hijo. "Mario pasó de querernos con locura a dejar de hablarnos durante las dos horas semanales que duraba nuestra visita", solloza su abuelo desde Ibi. "Mi hijo dejó de querer ver a sus abuelos porque insistían en ponerlo en mi contra. Y Mario ha decidido", replica su madre con voz templada desde Alicante.
La situación judicial es delicada. El último auto, con fecha de septiembre de 2008, establece que los abuelos vean a su nieto todos los miércoles de 18.00 a 20.00 horas. La medida no ha llegado a hacerse efectiva por diversas dilaciones burocráticas. La última, insólita: el juzgado dice desconocer la dirección del menor. Los abuelos han llegado a creerse víctimas de complot judicial.
Por ello, se han dirigido al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) para exigir que se haga efectiva la ejecución del auto. Carlos y Carmen interponen en el escrito una "reclamación" frente a la actuación de la juez número 1 de Ibi, María del Carmen Díaz, "por no ejecutar el régimen de visitas habiendo transcurrido un plazo más que razonable". Los abuelos esperan suplir con cariño el tiempo que la jueza los ha distanciado. Su madre, que crezca feliz.
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