Los hombres ya están de vuelta de todo. Se sienten solos, soledad que atraviesa el corazón del espectador mediante un movimiento de calidad, sobrio, elegante y diferente. El de Jordi Cortés es más sinuoso, mientras que el de Damián Muñoz es más entrañable y dinámico. Ölés y ölelés significan en húngaro matanza y beso, respectivamente. Palabras con la misma raíz semántica, pero con significados distintos. Éste es el mensaje que quieren transmitir estos bailarines contemporáneos: la paradoja de la vida entre opuestos. Entre la vida y la muerte, entre el amor y el odio, entre la realidad y la ficción. La coreografía recrea esos sentimientos enfrentados sobre la amistad y la decrepitud de la vejez y la soledad, basada en el libro El último encuentro, del escritor húngaro Sándor Márai. Y para muestra un explícito fragmento de la obra: «La vida se vuelve casi interesante cuando ya has aprendido las mentiras de los demás y empiezas a disfrutar observándolos, viendo que siempre dicen otra cosa de lo que piensan, de lo que quieren de verdad».

* Teatro Cánovas. Plaza El Ejido. Hoy y mañana, a las  21.00 h. Precio: 12 euros.

Un duelo entre dos hombres y una luz

En el escenario las sensaciones contradictorias empiezan a fluir. Movimientos pasionales y violentos. En cada instante se debaten entre el perdón y la censura. El potencial de belleza de esta obra reside en el tratamiento de la luz. Sólo hay un foco potente que es el responsable de crear sombras en la oscuridad. La luz dirige a estos hombres, cuya fuerza también está en su delicadeza e ingenio para sorprender al espectador.