El Cabildo de Tenerife imparte un curso sobre el trabajo de la roseta para evitar su desaparición

El Cabildo de Tenerife promueve la conservación del oficio de rosetera a través de la organización de un curo de iniciación organizado a través del Centro de Documentación e Investigación de la Artesanía de España y América, un curso de tres meses de duración que se impartirá en la sede del Museo de Artesanía en La Orotava y en el que los interesados podrán inscribirse hasta el próximo día 29.
Roseteras
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Cabildo de Tenerife/EP
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El consejero insular de Desarrollo Económico, Comercio y Empleo, Efraín Medina, recordó que desde el Cabildo se considera "prioritario" conservar este oficio que "se encuentra en riesgo de desaparición", por lo que la convocatoria de este curso "es sin duda una acción más para contribuir a su fortalecimiento".

En este sentido, en el marco del Plan Insular de Artesanía, que desarrolla el área de Desarrollo Económico, Comercio y Empleo, la Roseta de Tenerife fue la protagonista de las Primeras Jornadas Internacionales del Encaje, celebradas el pasado mes de octubre.

Las rosetas, han sido y son una de las labores de aguja más representativas del archipiélago canario, con especial desarrollo en Tenerife y Lanzarote. Descendientes directas de los trabajos de deshilado —calados— y que representan la única aportación genuinamente española a la amplia variedad de encajes realizados en Occidente.

Los trabajos con rosetas perviven en Tenerife de forma residual en Arona y Vilaflor habiendo desaparecido en la zona Norte donde esta labor era muy practicada. En Lanzarote las siguen elaborando aunque de forma minoritaria, y en Fuerteventura y en Gran Canaria se han extinguido.

Las emigrantes canarias las llevaron a muchos países de América, Asia y Europa donde se siguen ejecutando y reciben diferentes nombres. Sus antecesores más directos en la Península fueron las labores denominadas 'soles' o 'ruedas' y en Canarias los 'soles canarios' presentes en los calados. Aunque todos ellos parten de un tejido previamente deshilado trabajado en un bastidor, las rosetas se desarrollaron como una técnica diferente que prescinde de la tela base.

Durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, tuvieron especial desarrollo en nuestro archipiélago llegando a constituirse en industria artesana, explotada casi siempre por casas comerciales extranjeras, que las difundieron principalmente por Europa y América, y donde se pusieron de moda como labor casera de las damas, propagándose la técnica por medio de numerosas publicaciones.

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