Desde su fallecimiento en el año 1981, la producción literaria de Pedro García Cabrera se ha ido dando a conocer gracias al trabajo de profesores y estudiosos que han aportado su visión de la evolución de la obra del escritor y poeta nacido en La Gomera, desde sus comienzos en el Simbolismo, su incursión en el movimiento generacionista del 27, el tránsito hacia las vanguardias y su poesía de posguerra.

Sin embargo, la vertiente más íntima del escritor, su sentir en aquellos duros años de prisión, su ambiente familiar y personal o la percepción de su entorno más próximo se plasmó en centenares de misivas que García Cabrera dirigió a coetáneos relevantes, amigos y familiares, y que verán la luz este jueves en un volumen editado por CajaCanarias dentro de la colección 'Aislados'.

El acto de presentación de esta compilación de casi 500 páginas bajo la edición crítica de Roberto García Mesa, correrá a cargo del profesor Rafael Fernández Hernández, y tendrá lugar a las 20.30 horas en la Sala de Conferencias del Espacio Cultural de la entidad de ahorro en Santa Cruz de Tenerife.

Tal y como apunta García Mesa en la introducción a este epistolario, en él podemos encontrar a un Pedro García Cabrera "de carne y hueso, que observa lo que le rodea y habla de su entorno más próximo". "Es el hombre común", añade el crítico, "que con una voz liviana y a la vez fuerte cuenta a los otros, desde diferentes circunstancias, acontecimientos cuya gravedad se puede percibir en el propio temblor o firmeza de su letra".

La obra recoge 153 cartas, dirigidas a 32 destinatarios entre los que figuran Gerardo Diego, Luc Peire, Emeterio Gutiérrez Albelo, Domingo Pérez Minik o Sabas Martín. El marco temporal en el que se encuadran las mismas abarca un periodo de más de cuatro décadas, desde 1934 hasta 1977, y para que el lector pueda entablar un seguimiento lineal de la vida de Pedro García Cabrera las misivas están ordenadas cronológicamente y no por destinatarios.

Según relata García Mesa, las cartas más estremecedoras son las fechadas durante la Guerra Civil y en el período en el que Pedro García Cabrera estuvo encarcelado, vivencias que el escritor plasmó en estos textos que en su mayoría escribió a mano y que otorgan a este epistolario un valor histórico que trasciende a la consideración del mismo como una obra meramente literaria.