Una psicóloga resalta que implantar la educación emocional en los centros reduce problemas de conducta en el aula

La psicóloga y terapeuta infantil, Begoña Ibarrola, resaltó hoy que implantar programas de educación emocional en los centros no sólo "mejora los aprendizajes", sino que también "disminuye los problemas de conducta, desaparece el bullying (acoso escolar) y genera en el aula un clima mucho más sano".

Así lo manifestó en declaraciones a Europa Press, antes de impartir la sesión 'Educar las emociones a través del cuento' en las V Jornadas de Educación Infantil, celebradas hoy en el Teatro Principal de Zaragoza para profesores de educación Infantil, organizadas por la Editorial SM.

Ibarrola opinó que la educación emocional debe abordarse de forma transversal dentro del currículum educativo y estimó que "estamos mintiendo si decimos que el objetivo es una educación integral y no se tiene en cuenta la dimensión emocional".

Agregó que la dimensión emocional "tiene mucho que ver con el fracaso escolar, el bullying y las conductas violentas en el aula, que son emociones reprimidas o mal expresadas" y por eso, "aunque haya pactos educativos" o "reformas", no se logrará una educación integral si no se tiene en cuenta esta faceta.

La especialista explicó que si se atiende a esa dimensión de los escolares, éstos "estarán automotivados, se sentirán tratados como personas y no sólo como alumnos". Para eso, apuntó, es necesario, en primer lugar, la formación del profesorado, y, después, la implantación de programas de educación emocional.

Al respecto, señaló que hay Comunidades autónomas "más punteras", en esta materia, como Castilla La Mancha, dijo, que ha incluido la competencia emocional dentro del currículum educativo, algo que deseó que copien otras Comunidades.

También mencionó al País Vasco, y especialmente la provincia de Guipúzcoa, que desde hace siete años ha implantado un programa de formación en educación emocional para profesores y familias, así como a Cataluña, Cantabria, Extremadura y Andalucía.

"Hay Comunidades que van más atrasadas", aunque, en estos últimos años "va habiendo un avance importante" en esta materia, apuntó la especialista, que indicó, sobre Aragón, que algunos centros sí han incidido en la educación emocional, aunque en el conjunto del sistema educativo no se ha abordado este aspecto "con tanta envergadura como en otras Comunidades".

En el aula

La psicóloga y terapeuta infantil expresó algunas recomendaciones para los profesores, que estimó que en Primaria y, especialmente en Secundaria, "se centran en la transmisión de contenidos y olvidan la dimensión emocional del alumno", a pesar de que "la ciencia está demostrando que las emociones pueden bloquear los procesos de aprendizaje".

Por un lado, señaló que el profesor debe apostar por una educación integral que tenga en cuenta esta dimensión. A partir de ahí, debe tratar de "crear puentes" entre los conocimientos y las emociones, teniendo en cuenta si el alumno "se siente relajado" o "feliz" porque comprende lo que le explican o está preocupado porque no lo entiende.

Asimismo, comentó que el docente debe ser "muy respetuosos" para que el alumno "no se sienta juzgado", ya que en ese caso "no quiere compartir sus emociones con el adulto", y aconsejó generar "un clima de aula emocionalmente sano", donde "puedan expresar lo que sienten y cómo se encuentran sin miedo a que alguien les juzgue y les diga que eso está mal o que no debe ser así".

A su entender, el profesorado debe darse cuenta "de que está ayudando a crecer a personas y para las personas la parte emocional es mucho más importante que muchos aprendizajes que hemos recibido todos en la escuela".

La familia

Begoña Ibarrola se refirió también a las familias, donde manifestó que hay un "déficit importante" de educación emocional, que requiere de "acciones concretas". En este sentido, opinó que hay que enseñar a los niños, desde pequeños, "a saber expresar bien sus emociones" para favorecer "su aprendizaje, convivencia y autoconocimiento".

Asimismo, recomendó a los padres que den ejemplo y transmitan sus sentimientos, "sin disimular delante de los hijos", para "hacerles ver que los seres humanos tenemos distintos tipos de emociones" y para que vean "qué hacemos con ellas" ya que "podemos expresarlas mal, haciendo daño, o expresarlas bien" y realizar una "regulación emocional".

Además, es preciso "valorar todas las emociones" de forma que "no sólo hay que pretender que los niños estén contentos y se diviertan", sino que hay que "respetar sus momentos de tristeza, de crisis, de angustia y respetar que tengan miedos" puesto que "el ser humano tiene miedos toda la vida, aunque éstos vayan cambiando".

También consideró que los padres deben tener en cuenta el lenguaje no verbal de sus hijos "que da mucha información" y crear "espacios de diálogo" para que "el niño pueda hablar" y poder preguntarle "con mucha delicadeza y respeto qué le pasa, si está triste, preocupado" y "darles pequeñas estrategias para que vayan aprendiendo a reconocer, a expresar y a controlar sus emociones".

Finalmente, abogó por que los padres compartan con sus hijos "momentos de juego, momentos buenos y malos, compartir para que el niño vea que, a lo largo de la vida, se va a encontrar de todo" y, en ese camino, "el compartir y el poder hablar alivia mucho".

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