Lila Downs: “Sueno a canciones sobre mole, mezcal, tequila y chocolate”

  • Cree que todo hubiera sido distinto si se apellidara Sánchez.
  • Piensa que su música melancólica conecta con todo el mundo.
  • Espera la llegada de grandes tiempos para México, su país.
La mexicana Lila Downs.
La mexicana Lila Downs.
La mexicana Lila Downs.

Lila contesta al teléfono en casa de su madre, en Oaxaca, disfrutando de un chocolate caliente, una de sus grandes pasiones. Su voz, su manera de hablar y la pasión que pone a cada una de sus palabras seducen casi tanto como sus canciones.

¿Cómo está?

Encantada de volver a España. Me siento muy afortundada por ello. Aparte de eso, preparando una obra de teatro musical y un nuevo disco con mariachis.

Y ahora presenta un nuevo disco fue grabado en directo en París.

Sí, en la Radio Nacional Francesa. Estábamos un poco nerviosos, pero a partir de la tercera canción ya apenas se nota (risas).

Para quien no sepa nada de usted. ¿A qué suena Lila Downs?

A canciones sobre mole, mezcal, tequila y chocolate. Y en general, a todo lo que es sagrado para nosotros, los mexicanos. Y a lágrimas, también.

Es cierto que sus canciones destilan mucha melancolía.

Sí, pero hay alegría también. Por ejemplo, las canciones de una región muy desconocida de mi país, la costa negra, son muy festivas. Pero es cierto que tiendo a la melancolía. La melancolía conecta con el público.

¿Cuál es el secreto para transmitir tanta emoción a través de la voz?

No hay secretos. Tan sólo se trata de alcanzar una conexión profunda con las canciones que estás cantando.

¿Cuáles son sus grandes referentes, la gente a la que admira?

Hay muchos. En lo musical, es una referencia Lola Beltrán. También Lucha Reyes, por su espíritu. A ella le debemos la canción bravía mexicana. Y por supuesto, la canción con causa, como la de Mercedes Sosa.

¿Y en la vida?

Admiro, ante todo, a las personas que viven por sus ideales.

¿Lo hace usted?

Siempre procuro hacerlos realidad. Es el gran reto del ser humano. El problema es que a menudo incurres en contradicciones. Criticas el mundo material pero te das cuenta de que tienes muchas faldas y zapatos. Nunca es tarde para intentar cambiar eso.

¿Le incomoda su apellido anglosajón?

A veces ha sido un inconveniente. ¡Ten en cuenta que los yankis son los ultraenemigos! (risas). Estoy como en un punto medio. Si mi primer apellido hubiera sido mi segundo, Sánchez, todo habría sido distinto.

Pero también tiene mucho que agradecer a EE UU…

Mucho. De hecho, la parte más aguerrida de mi carácter viene de mi lado anglosajón. Mi padre era un comunista escocés, y siempre luchó contra las diferencias sociales. Tenía un corazón muy grande.

¿Como persona que conoce profundamente ambos países, ¿cómo ve la relación entre el pueblo mexicano y el estadounidense?

Es algo complejo. Políticamente hay una gran división, que encubre una cuestión de racismo y un problema de tipo moral. Hay gente que, cuando llega a un determinado punto de comodidad, olvida sus orígenes. Además, sigue habiendo muchas muertes por cruzar la frontera. Seguiré cantando sobre ello mientras esté viva.

¿Cómo lleva el ser considerada una diva?

Hombre, si lo dice Chavela Vargas me honra mucho (risas).

¿Demasiado elogio puede llegar a ser peligroso?

Sí, porque el ser humano es muy sensible, y más los artistas, que tenemos que serlo por trabajo.

¿Y lo de que la tengan, junto a Salma Hayek, de una de las embajadoras de México?

Es un honor, pero no me termina de gustar. No soy más que una mexicana más a la que le gusta mucho su país y su pueblo.

¿Qué es lo que más le gusta de este?

El mexicano es un pueblo con mucha alma, y enormemente diverso. La gente es dulce, sensible y delicada que te entrega el corazón. Pero al mismo tiempo tenemos muchos problemas económicos, sociales y de justicia. Pero creo que se avecinan grandes tiempos para México.

Hábleme de Doña Queta, la curandera a la que dedicó su anterior disco.

Es una señora de 70 años que ha trabajado en varios hospitales como comadrona. Tengo la suerte de que es mi vecina. Es un personaje muy respetado al que hay que conocer. Tiene una visión muy sana de la vida y de la búsqueda del equilibrio. Me ayudó a superar problemas gracias a unos tes que tomé durante seis meses, unos baños con vapor en los que sudas mucho y, sobre todo, a través de conversaciones en las que te limpio. Lloras, te deshaces de temores y te renuevas.

Su marido es psicólogo. ¿Qué opina de ella desde su visión profesional?

¡Fue difícil convencerlo para que viniera conmigo! (risas). El lo respeta mucho, pero hasta ahí. Nada más.

¿Es usted supersticiosa?

Es algo que me interesa a nivel cultural, como antropóloga, pero no me gusta par mi propia vida. Si fuese supersticiosa no saldría de casa (risas).

¿Y religiosa?

Sí. Soy devota de las vírgenes de mi tierra, como la virgen de Guadalupe o de la Soledad.

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