La Cámara tinerfeña 'sienta en el diván' a la empresa familiar para alargar su vida mediante el autoanálisis

La Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Santa Cruz de Tenerife ha previsto un curso donde ofrecer cuestiones a través de un test de autoanálisis por el que van a pasar las empresas familiares para conocer mejor los hilos con los que está tejida su estructura, con el objetivo de comprobar si tienen la calidad y la fortaleza suficientes para garantizar que el negocio no se rompa y siga en pie el mayor número de años posible.

Se trata de la Jornada 'El genograma de la empresa familiar', una auténtica terapia de introspección con la que la Cámara sienta en el diván a las empresas familiares para que mejoren sus expectativas de supervivencia a través de técnicas de cohesión y el diseño de estrategias de gestión del negocio a medio y largo plazo.

Dirigida a directivos, líderes empresariales, y propietarios no gestores, la Jornada se celebra el próximo 25 de febrero en la Cámara de Comercio a partir de las 10.00 horas, y permitirá a los participantes conocer las herramientas necesarias para elaborar su propio genograma de la empresa, o lo que es lo mismo, la radiografía de la estructura familiar sobre la que se cimienta su empresa.

El experto en consultoría de Empresa Familiar, Vicente Lluch, será el encargado de ofrecer las pautas para diseñar el genograma del negocio, un instrumento con el que se pueden analizar pautas de funcionamiento, relaciones y estructuras que continúan o se pierden de una generación a otra, por lo que es muy útil para evaluar muchos aspectos de los conflictos que existen o que se prevé que van a producirse en la empresa familiar en un futuro.

Cambiar las estadísticas

En Canarias, las empresas familiares representan un 80% de la economía regional, lo que las convierte en uno de los modelos de negocio más extendidos en las Islas. Además, de él depende más del 70% del empleo privado que se genera en Canarias.

Pero en las estadísticas, este tipo de negocios también tiene un lado oscuro. Sus índices de supervivencia son bajísimos: sólo un 25 por ciento de las empresas familiares llega a la segunda generación, y un escaso 4 por ciento tiene el privilegio de alcanzar la tercera.

De hecho, la tasa de mortandad de un negocio se dispara hasta el doble en el caso de las empresas familiares que, muchas veces, fracasan en el momento de tener que ceder el testigo de su gestión. Así, sólo una cuarta parte de este tipo de negocios ha sobrevivido en las Islas a una segunda generación, y menos de un 4 por ciento ha llegado a una tercera. En estos momentos, dos de cada diez empresas familiares del Archipiélago están afrontando un proceso de sucesión.

La falta de objetividad en la toma de decisiones, la ausencia de planificación patrimonial y de profesionalización, las carencias formativas, los conflictos no resueltos y, en definitiva, en la inexistencia de una desvinculación entre familia y empresa suelen ser las razones que dificultan la evolución del negocio y las que están detrás de su baja tasa de continuidad.

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