La mar de cursi

Vigo sabe a mar y sabe de mar.
Ahora el Concello barre en tierra la portalada para que la Volvo Ocean Race nos vea ciudad de aseo, y la ría bulle y luce espléndida con barcos de época y escuadras de veleros que navegan, compiten o entrenan orzas y formaciones: ninguno de la Volvo.

Están en Sanxenxo, por organización de la anterior Xunta, y regatean a la actual el momento de recalar en Vigo. Acaso no llegen al cañonazo de salida, como la humanización de Corina. Se ponen interesantes: se vou, non vou no bou… ¡Pues que los traigan en gamela, ho! Aquí está la mar que sabe y que está poniendo todo lo que flote en uso y servicio del espectáculo.

La ría con la regata está en pé de festa, conjurando el tercer aniversario del Prestige. Pero no llegan los novios. Entre party y party, mandan recado de que «por razones técnicas» prefieren amarrar en Sanxenxo, la Marbella atlántica, chiringos y village, política de veraneantes, segunda vivienda y yates PP: la mar de cursi. Tendrían que venir ya a Vigo, a la mar de brega. Para no caer en desaire.

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