El laboratorio de Julián Rodríguez

‘Antecedentes’: nuevo parece, nuevo es
Antecedentes
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«Este libro fue un laboratorio», recuerda Julián Rodríguez en este volumen-paradoja: aunque se compone de textos con dos lustros, Antecedentes se presenta como novedad, y su lectura no lo desmiente. Nuevo parece, nuevo es: quizá por su orden distinto —algunos poemas y relatos se caen con respecto a los originales; se incorporan otros, que en su día consideró ajenos «al sentido total que buscaba»—, abordamos la lectura de Antecedentes no como la visión de un monstruo de varias cabezas, sino como una obra extraña y unitaria a la vez.

Antecedentes recoge las dos primeras obras de Julián Rodríguez, ambas publicadas en 2000: los relatos de Mujeres, manzanas, y el poemario Nevada. «Al principio, ambos libros fueron uno solo, como lo son ahora. Los separé por motivos editoriales. No me pareció mal del todo (entonces)». Antecedentes, por tanto, se nutre del pasado: en la forma y en el fondo.

El árbol genealógico

Porque estos cuentos, estos poemas, miran atrás: ocurre en el hiperbreve Nombres, un viaje a la semilla que transcurre lineal, pero se resuelve con elipsis. Bautiza en Significados, cuando se identifica a alguien como «Mnemosyne»: Antecedentes, pues, entre la historia y la invención. Y se repite en el poema Materia de dos corazones, en el que —subtítulo mediante— «alguien recuerda a Bispo do Rosário», un artista marginal brasileño. Y late en Juventud, cuya frase inicial entona un «me acuerdo» que ronda la sabiduría popular: «No quiere que aquellos días se conviertan en ceniza».

Más: en Antecedentes importa lo sencillo, la miniatura, el tono más confidencial que confesional de Navidad y los mensajes cruzados entre hermanos, el rumor de taberna, «los paseos hasta el Mirador de la Montaña, la carne sonrosada de las truchas del vivero». Y la voz que se escucha, la voz que de tan real se escucha: «La primera parte de la ficción sería la historia de mi juventud, te gustará».

Julián Rodríguez asegura que en este laboratorio se imponía «en ocasiones el lector que fui, que soy, al escritor que quizá deseaba ser». Antecedentes muestra sus credenciales, ramas confesas del árbol genealógico: Beckett, Kafka, Musil, Tsvietáieva, Porchia, Carver o Mansfield.

Al quebrarse las oímos secas, estruendo que nos avisa: nieves deshechas en Virtud, manzanas ateridas en la última pieza, «dejaste un vaso / en la ventana / para que recogiera las gotas de rocío», comienza Nevada. «Ella siempre tiene frío. Yo siempre tengo calor», leemos en el relato Casa.

Y escuchamos en el monólogo de Maximilian Kolbe: «Me he vuelto / casi insensible al frío, al miedo». De texto a texto, un hilo de imágenes que cose estos Antecedentes, helada del tiempo movido igual que las opciones del reproductor de música. Pause, reward: y reojo a lo que fue, a quienes fuimos.

antecedentes.

Editorial Mondadori / 112 páginas / 9,90 euros

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