Los que más lo sufrieron ayer, para variar, fueron los peatones, que, además de vehículos, tuvieron que sortear los importantes regatos que se formaron en muchas calles del centro a consecuencia de las obras.
Colapso por unas gotas
Es un principio que no falla: a la que caen cuatro gotas mañaneras todo el mundo saca el coche, y el tráfico se vuelve aún más espeso de lo habitual.
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