Con la llegada del nuevo año y la vuelta masiva al trabajo tras la Navidad, los conductores se han despertado de un mal sueño: las zanjas y los montones de tierra han desaparecido del centro de la capital. Las principales arterias de Madrid vuelven a ser terreno exclusivo de los coches (o de los peatones).

Desde finales de diciembre, los conductores pueden llegar a Colón sin atascarse en un cuello de botella. La glorieta, con el descubridor en el centro, ya está instalada al inicio de la Castellana. Más al sur, el paseo de Recoletos ya no parece un escenario de guerra: los peatones pueden andar libremente, los vehículos no deben sortear vallas y los autobuses han recuperado su frecuencia.

Vía libre del norte al sur

Siguiendo hacia el sur, la glorieta de Carlos V (Atocha) está despejada y se puede alcanzar la M-30 a través del túnel de Santa María de la Cabeza, recientemente abierto tras las obras de prolongación. Cruzando el Manzanares, los coches tienen vía libre en General Ricardos.

De vuelta al centro, se acabaron los trabajos en la plaza-bulevar de Santa Bárbara (Alonso Martínez), en la calle Fuencarral, en Callao y en la confluencia de Alcalá con la Puerta del Sol. En todos estos casos es el peatón quien sale ganando, al quitarse espacio para el tráfico rodado.

Sin embargo, siempre hay una excepción que confirma la regla: en la calle Serrano, las obras van para largo (hasta noviembre de 2010) y, por si fuera poco, este lunes se extendieron a la calle Jorge Juan (entre Serrano y Claudio Coello) y a Ortega y Gasset (de la Castellana a Serrano). Estos dos tramos estarán cerrados al tráfico hasta mediados de febrero, agravando el caos circulatorio de la Milla de Oro. También queda todavía alguna afección mínima en la Carrera de San Jerónimo, en Ópera y en Mateo Inurria (Chamartín).

A la espera del segundo Plan E

El segundo Plan E está al caer. El Ayuntamiento de Madrid ya ha presentado los 161 proyectos que construirá con el dinero estatal. A finales de febrero adjudicará las actuaciones y en primavera comenzarán las obras. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido con el Plan E de 2009, esta vez los madrileños no sufrirán un maratón de obras. Los proyectos van encaminados a rehabilitar edificios, modernizar sistemas informáticos, construir y reformar equipamiento cultural (Matadero y Conde Duque) y, sobre todo, avanzar con Madrid Río.