«Denuncié maltrato, y aún estoy obligada a vivir con mi marido»

  • Veintidós meses después de denunciarle, Doralva sigue esperando al juicio en Bilbao.
  • «Ya me ha jamado el coco, y he retirado la denuncia».
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Doralva usa un pseudónimo y prefiere esconder su rostro.
Doralva usa un pseudónimo y prefiere esconder su rostro.
20MINUTOS.ES
Doralva usa un pseudónimo y prefiere esconder su rostro.

No era la primera vez. Esa mañana de febrero de 2008, Doralva (pseudónimo) discutió con su marido en su casa de Bilbao. Entonces él cerró la puerta de la vivienda y le prohibió salir. Si ella lo intentaba, era repelida con violencia. En un despiste del hombre, Doralva llamó a la Ertzaintza. Allí se personaron seis agentes. El marido se quedó en casa y la mujer se fue a poner una denuncia por maltrato en el juzgado de Bilbao. Hoy, 22 meses más tarde, Doralva sigue esperando la celebración del juicio, aplazado a febrero de 2010. «¿Para qué sirve denunciar? ¿Para qué insisten tanto en que lo hagamos? ¡Para nada!».

Doralva sigue actualmente viviendo con su marido. Cada mañana le hace la comida, y marcha de casa. Vuelve por la noche «para no verle».

Tras la denuncia, Doralva solicitó un piso de acogida. «No podía volver con mi marido a casa, ni tenía familia adonde ir». La asistenta social le dijo que no había plazas libres en casas de acogida. «Me dijo que si no tenía más remedio, fuera al albergue para sin techo en Mazarredo. Allí fui, pero me prohibieron entrar, por tener vivienda. Así que volví a casa con mi marido».

Al volver, Doralva le comunicó a su marido que le había denunciado, y que había pedido el divorcio. «Pero aquello era inaguantable. Cada día me jamaba el coco para que quitara la denuncia y el divorcio. No podía más, y retiré ambas cosas». Doralva es parte de ese 12,5% de vascas que retiran la denuncia por maltrato, según el Gobierno vasco. Al haberla quitado, Doralva está citada como testigo en el juicio de febrero. «Pero es tarde. Estoy rendida».

"Que marche él"

«No hay derecho. Llega la Policía a mi casa porque mi marido me ha maltratado. ¿Crees que le hicieron algo? ¡No! Ahí le dejaron tan tranquilo, y fui yo, la víctima, la que tuvo que salir a la calle. Estuve tres días sin rumbo. Fue el peor momento de mi vida».

Doralva no habla con tono doliente, más bien de enfado, casi agresivo. «Y, ¡pobre de la que esté en verdadero riesgo! Porque con esta ley, acabas con un cuchillo clavado, y nadie hace nada por evitarlo».

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