Allí estuvieron bebiendo hasta que la víctima enseñó al acusado cuál sería su habitación, momento en el que M. Z. «le propinó por sorpresa un fuerte golpe en la cabeza» que lo dejó conmocionado. El procesado aprovechó para colocar a la víctima en la cama, quitarle los pantalones, atarle las manos y perpetrar la agresión sexual. La víctima no pudo evitar la violación, a pesar del forcejeo, aunque logró salir de su casa desnudo.
Además, M. Z. le robó 250 euros, una pistola de fogueo y varios objetos más.
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