Obras anfibias

Ya queda menos.
Según el calendario del Ayuntamiento, que no siempre es como el de uno, las sufridísimas obras de ‘humanización’ estarán listas para la salida de la Vuelta al Mundo de Vela, el 12 de noviembre. Aunque me da a la nariz que al publicitado acto habrá que ir en canoa y a remo.

Si algún peatón se ha paseado bajo las primeras lluvias de otoño por el renovado entorno de La Alameda, aparte de vallas y demás obstáculos decorativos, seguro que se ha dado cuenta de que alguien ha olvidado un pequeño detalle en ese monumental proyecto: para estar bien por fuera, hay que estar bien por dentro. Y esas calles siguen con las arterias atrofiadas.

Bajo la espléndida capa de adoquín milimetrado y maceteros en flor, la red de alcantarillado es un vestigio arqueológico romano que se ha cansado de beber y más bien escupe, tanto, que a uno se le inundan los bajos, la humedad le llega hasta el tuétano y a la piel le salen escamas. Y es que, si para presumir de ciudad hay que sufrir, se sufre, pero sufrir para nada...

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