Es nuestro tren de vida, que no es precisamente una vida a todo tren, pero se hace lo que se puede. Parecería que nos hubieran estancado en el modelo Orient Express, en larga y azarosa travesía de Portugal a Turquía (o viceversa) y vislumbrando apenas la Europa ferroviaria de hoy.
Aquí tenemos trenes de dos a tres horas y pico para 150 kilómetros, manda carallo. Eppur si muove. Con una seguridad que jamás se encontrará en la autopista. Con una comodidad provechosa de lecturas, cabezaditas o miradas para la intriga. Con paisajes y paisanaje. Y, sobre todo, sin peajes. Suban conmigo a este tren. Va lleno.
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