John Hillcoat: «Los seres humanos tenemos una mente primitiva»

Va a ser la película de la temporada. En ‘The road’ hay varios tipos duros implicados: Cormac McCarthy (novela), John Hillcoat (dirección), Viggo Mortensen (actor) y Nick Cave y Warren Ellis (música). Hablamos con Hillcoat.
The Road
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The Road

Aunque el calor de Venecia aprieta de lo lindo, el australiano John Hillcoat (Queensland, 1961) es ya un veterano de la agobiante humedad del Lido y de sus agresivos mosquitos. Este año ha presentado en el festival italiano The road, candidata a convertirse en una de las cintas de culto de 2009. Con su anterior trabajo, The proposition (2005), Hillcoat firmó un wéstern crepuscular cuya acción transcurría en la Australia rural del siglo XIX.

En una sala del hotel Excelsior, el director recibe a la prensa. Con voz nasal y mucha calma responde a las preguntas mientras piensa la elección de cada palabra. Busca el término exacto que quiere utilizar en cada ocasión para explicar los entresijos de su adaptación al cine de The road, la prodigiosa y desoladora novela de Cormac McCarthy, ganadora en 2007 del Premio Pulitzer en la categoría de obras de ficción.

The road, una feroz historia de un padre (Viggo Mortensen) y un hijo (Kodi Schmitt-McPhee) atravesando un mundo sumido en el apocalipsis, no se llevó ninguno de los premios del Festival de Venecia, pero encandiló a la crítica y al público. Para verla en las pantallas españolas habrá que esperar hasta febrero de 2010.

¿Conocía de antes la obra de McCarthy?

Sí. De hecho, Meridiano de sangre ya había sido una gran influencia para mí cuando hice The proposition.

¿Por qué ha decidido no incluir en The road una de las escenas más fuertes de la novela, en la que uno de los grupos de caníbales, los pobladores del mundo posapocalíptico que acosan a los protagonistas, asan a un bebé para comérselo?

Nunca probamos la escena del bebé. Yo tomé esa decisión. Cuando la visualizas, te conviertes en testigo. Es una sensación muy física, una dinámica diferente [a la del libro]. Nos dimos cuenta de que daba igual cómo lo interpretáramos, simplemente daba la sensación de que era innecesario, que nos estábamos pasando de la raya.

El tráiler vende una imagen distorsionada del filme, con mucha más acción de la que hay. ¿Qué motivos le han llevado a dar esa impresión?

Es un proyecto muy difícil de vender. Fue un intento de explicar y contextualizar la película. La gente que no conoce el libro lo necesita para acercarse a las salas; los que ya lo han leído, no. Hubo un gran debate sobre el tráiler, pero desde el principio quedó claro que queríamos mantener la máxima fidelidad posible respecto al libro. Nunca tuvimos la idea de convertirlo en otra cosa.

¿Cuál fue su aproximación al proyecto cuando se lo ofrecieron?

Podría haber muchas aproximaciones, pero sólo hay una en la que todo se derrumba alrededor. Quería mantenerme fiel al libro. Mantener la humanidad del relato fue para mí un reto enorme. Era muy complicado conseguir que hubiera una progresión emocional teniendo en cuenta que el padre y el hijo están en todas y en cada una de las escenas, desde el principio hasta el final.

Su relación con el músico Nick Cave [autor de la banda sonora con el violinista de los Bad Seeds, Warren Ellis] viene de largo. Han colaborado en varios trabajos y él fue el guionista de The proposition.

Coincidimos en el mismo lugar y en la misma época: yo era un adolescente, siempre haciendo cosas de cine; él siempre en una banda de rock and roll. Nos juntamos y... simplemente congeniamos. Le encanta el cine, ve más cine que nadie que conozca; va en cualquier momento libre y ve unas dos películas al día. A ambos nos gustan los mundos extremos, que sacan lo mejor y lo peor de la gente. [Nick Cave] tiene una cualidad lírica, poética, muy del estilo de McCarthy.

El cine de catástrofes o ambientado en distopías futuristas vuelve a estar en auge. ¿Tiene alguna explicación para este fenómeno?

Hay muchos proyectos que desconocía. 2012 es un ejemplo. Ahora somos mucho más conscientes del colapso del medio ambiente, en parte porque lo estamos viendo, lo estamos sintiendo, lo percibimos... Y, claro, todos sentimos los problemas económicos. Hemos vivido en una burbuja durante demasiado tiempo y esa burbuja ha estallado.

Volviendo a The road... La fotografía está basada en los tonos grises y retrata paisajes apocalípticos. ¿Cómo llegaron a ese look?

Hicimos un tour completo por Estados Unidos y hubo mucha investigación. Teníamos cinco equipos en cinco estados buscando localizaciones. El libro era extrañamente familiar porque hablaba de cosas que ya habíamos visto y no sobre algo situado en el futuro. Por eso fuimos a Nueva Orleans; al Mount Saint Helen’s, una zona volcánica donde hubo una erupción; a Oregón, que tiene unas playas de arena gris; a Pensilvania, donde se encuentran autopistas y minas abandonadas...

¿Por qué se decantó por Viggo Mortensen como protagonista?

Tiene una gran habilidad para transmitir con su físico. Quería que la figura del padre tuviese credibilidad al hacer este viaje. Odio ese sentimiento que te distrae en el cine porque no te acabas de creer que el personaje sea capaz de pasar por las penurias de un trayecto duro o difícil. Viggo tiene intensidad y mucha dedicación para llevar las cosas al extremo. La historia requiere un amplio rango de emociones y la cara que tiene, su intensidad, me recuerdan a las caras que se veían en la Gran Depresión. Y me encanta ver a hombres duros hechos polvo. No que lo estén, pero sentir que son humanos, que se han ablandado.

¿Qué proceso siguieron para escoger al niño? Tiene un gran parecido con Charlize Theron.

Hubo un vínculo real entre ellos dos, era un niño pequeño siguiéndola a cualquier lugar. Kodi se enamoró terriblemente de Charlize durante el rodaje. Ella le decía: «¡Deja de flirtear conmigo! ¡Eres muy joven!» [risas].

Puede parecer una pregunta un poco ingenua, pero... ¿por qué los malos son tan malos?

Todos hemos oído historias de lo que pasa cuando todo se desmorona. Sucede muy rápido. Durante el Katrina tuvimos un ejemplo. La Policía fue la primera en arrasar con las tiendas. Es algo que me contó de primera mano gente que lo vivió. Hay ciertas líneas en el comportamiento humano que se cruzan muy rápido. La historia está plagada de ejemplos. Cada vez que pensamos que esas cosas no ocurren sucede algo que nos lo recuerda. Amo eso de McCarthy, es capaz de retratarlo, de reconocer que los humanos tenemos una mente primitiva que tiende a la supervivencia...

¿Es una película de personajes?

Es una historia emocional. La historia de amor del padre y el hijo es tan rica, tan adorable, que simplemente desplaza a todo lo demás. Me abrumaba pensar que si no conseguía desarrollar esa relación, la estructura de la película iba a tener problemas.

También ha dado mucha importancia a los flashbacks en los que aparece Charlize Theron junto a los protagonistas.

Quería remarcar algo que no está en el libro: una época relajada, en la que tenían una vida cómoda opuesta a la dureza de las calles y la llegada del apocalipsis. Nuestra intención es dar una imagen bella del pasado y que se aprecie el sentimiento de pérdida.

¿Se ha basado en alguna otra película para encontrar puntos de referencia?

Busqué otras cintas que se pudieran relacionar, pero fue muy difícil porque no podía encontrar historias de amor. Encontré montones de padres tiránicos, ausentes... Lo más cercano que conseguí fue El ladrón de bicicletas. Quería mostrar que la relación padre-hijo es siempre parte del drama y parte de la vida.

¿Algún director que le haya guiado para plasmar la obra de McCarthy?

Stanley Kubrick me encanta. Ya sea en Barry Lindon o en 2001, es un director que siempre hace un viaje a otro mundo. Haga la película que haga, te da un pasaporte para que entres a ese mundo y no te preguntes nada mientras estás allí. Además, Kubrick es capaz de casar el entorno con el contenido de la película y no hacer que el argumento se supedite a los escenarios.

Nick Cave, el músico

Nick Rey Tinta Cave firma la banda sonora de The road junto con Warren Ellis, el pelanas que toca el violín más enloquecido del mundo en The Bad Seeds, Grinderman y Dirty Three. Ambos están hiperactivos: acaban de anunciar que trabajan en la música de The girls of Phnom Penh, un documental sobre el comercio sexual con niñas vírgenes en Camboya, y que ya tienen sólo pendiente de mezclas el segundo álbum de Grinderman («será como un cruce entre Sly Stone y el kraut rock de Amon Düül II», ha anunciado Ellis). El australiano Cave acaba de editar su segunda novela, La muerte de Bunny Munro [Global Rhythm Press, 22 €], con mucho sexo y alienación. El 24 de octubre la presenta en Barcelona [casino de L’Aliança del Poblenou] en una «velada íntima» con lecturas, conversación con el público y música. Le acompañarán Ellis y Martin Casey.

John Hillcoat, el cineasta

Australiano como Cave y colega de éste desde la adolescencia, Hillcoat se bregó en el mundo del videoclip (los ha realizado para, entre otros, Einstürzende Neubauten, Siouxsie & the Banshees, Manic Street Preachers, Bush, Placebo, Suede, Atari Teenage Riot, Depeche Mode, Muse y, claro, Nick Cave and The Bad Seeds). En 1988 realizó su primera película, Ghosts... of the civil dead, un drama carcelario escrito y protagonizado por Cave. Tres años más tarde, otra vez con el músico a su lado (ahora como guionista), dirigió The proposition, donde ya se advertía su gusto por la desolación del alma humana y, como proyección de ésta, del paisaje circundante. Antes de que los hermanos Coen empezasen a rodar No es país para viejos, adaptación (pobre) de una novela de Cormac McCarthy, Hillcoat ya se había agenciado los derechos de The road.

Cormac Mccarthy, el escritor

Tipo duro y humilde, Cormac McCarthy (Providence-EE UU, 1933) ha labrado una obra escrita a sangre y fuego que, por desgracia, sólo empezó a tener resonancia masiva cuando fue trasladada al cine. Ex trabajador de pozos petrolíferos, habitante casi anacoreta de una caravana, huidizo frente a los medios de comunicación y, sobre todo, estilista de precisión extrema —ningún adjetivo gratuito, ningún tópico—, McCarthy ha firmado diez novelas deslumbrantes, todas publicadas en España por Ramdon House Mondadori. Algunas, como Sutree (1979) o Meridiano de sangre (1985), están entre las mejores obras de ficción del siglo xx. No le gusta hablar de sí mismo, pero sus personajes gritan como coyotes. Odia el mundo moderno (escribe a máquina), pero sabe los nombres de cada emoción, de cada planta y de cada reptil sin necesidad de googlear. Un hombre.

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