Sin embargo, la Policía  considera que «esta sensación de alarma es una percepción subjetiva de los vecinos, porque la cifra de delitos que se denuncian es igual a la de otros barrios», dice José Rodríguez, inspector jefe policial.

Los menores, afirma, «junto con los llamados pies negros, han creado miedo y alarma, pero sus actuaciones no están tipificadas como delitos». Molestar a los turistas, esnifar pegamento en la calle, correr entre las mesas de las terrazas de los bares... «Esto –según la Policía– crea sensación de inseguridad, aunque no son hechos delictivos».

Los vecinos, que conversaron ayer con responsables municipales y policiales de la ciudad en un debate organizado por la Asociación de la Prensa, consideran que «el único remedio para mejorar la situación es subir la dotación policial y eliminar del barrio los centros de acogida para menores».

Situación

Dotación: Dos motoristas y cuatro agentes de la Policía Nacional patrullan durante el día, junto a dos patrullas más de la Policía Local. Por la noche hay una patrulla Local y otra Nacional en el barrio.

Denuncias: Entre diez y doce al mes.

Lo denuncia por querer matarla y ahora lo niega

¿Presión policial o miedo a su agresor? Esto es lo que deberá dictaminar un juez en el caso de una joven que denunció a su pareja hace algo más de un año porque, según dijo entonces, intentó tirarla por la ventana y la amenazaba constantemente con un cuchillo.

La supuesta víctima, que ha tenido un hijo con su pareja y conviven juntos, asegura ahora que lo denunció porque la Policía la presionó y que en su declaración figuran «cosas» que ella no había dicho. El joven, al que le fueron impuestas en su día dos órdenes de alejamiento, ingresó en prisión tras la denuncia de un vecino, que confirmó que el acusado intentó matar a su novia y que la maltrataba. Sin embargo, meses después salió de la cárcel gracias a la ayuda de su presunta víctima.

El fiscal pide para Ángel T. M. más de nueve años de prisión por intento de homicidio y violencia habitual y asegura que es lógico que las víctimas de malos tratos se retracten de sus denuncias por miedo.