Pepón Nieto y Adriana Ozores: "La profesión de actor no está valorada"

  • Los protagonistas de la obra 'Sexos' creen que su trabajo no está tan reconocido como debiera.
  • Ambos prefieren el teatro antes que el cine o la televisión.
  • Aún siguen poniéndose nerviosos antes de subir a un escenario.
Pepón Nieto y Adriana Ozores interpretan a Alberto y Cristina en 'Sexos'.
Pepón Nieto y Adriana Ozores interpretan a Alberto y Cristina en 'Sexos'.
Jorge París
Pepón Nieto y Adriana Ozores interpretan a Alberto y Cristina en 'Sexos'.

En la comedia Sexos, interpretan a Alberto y Cristina. Pepón Nieto y Adriana Ozores comparten edad con sus personajes, pero no las frustraciones que éstos viven por haber cumplido los 40. Charlamos con ellos en el Teatro La Latina de Madrid, justo antes de una función.

A pesar de los años de experiencia, ¿aún se les revuelve el estómago cuando se sube el telón?

Pepón Nieto (N.): Creo que cada vez más, ¿eh? Cuando eres más joven, hay un punto de inconsciencia, sales a divertirte. Según vas sumando años, te sientes más responsable. La primera vez que estrené algo en Madrid, yo estaba cachondeándome con los colegas. Y el señor José María Rodero, descompuesto. Yo no entendía cómo este señor tan mayor y con tantas tablas estaba descompuesto. Ahora lo entiendo perfectamente.

Adriana Ozores (O.): Tiene que haber ese nervio; te da también mucha viveza, agilidad, la dosis de adrenalina que necesitas para trabajar encima del escenario.

Sexos coincide en la cartelera teatral de Madrid con otros muchos montajes. ¿Da miedo tanta competencia?

O.: Yo no tengo sensación de miedo. Es el mercado. El público decidirá. Yo confío mucho en lo que nosotros estamos haciendo, hemos puesto nuestra mejor voluntad y nuestro mejor saber hacer.

N.: Es bueno que haya muchos espectáculos. Y yo creo que hay público para todo.

¿Tienen algo en común con sus personajes en Sexos?

O.: Mi cuerpito y lo que soy, que puede ser mucho y nada.

N.: Yo del personaje no tengo mucho y espero tener poco. Creo que en la vida hay que ir de otra manera.

¿Surgen frustraciones a los 40, como dice Pep Antón Gómez [coautor y director de Sexos]?

O.: Es complicado, o no, todo el tiempo. Si te crees el topicazo, entonces sí. Pero nuestros conflictos, inseguridades, historias, se van repitiendo a lo largo de los años.

N.: En los 40 estoy ahora mismo, con lo cual tampoco te puedo decir. Pero en la de los 30 no recuerdo ninguna crisis.

¿Cómo es trabajar con Pep Antón Gómez?

N.: Muy fácil. Es un director un poco atípico porque se pone muy cerca del personaje, del actor, al principio te desconcierta un poco. Luego se va separando y todo ese trabajo cobra sentido. Es un tío muy inteligente.

O.: Hay otros directores que lo tienen pero que se pierden en ese mar de buenas intenciones. Pep Antón lo hace eficaz. Con otros directores, al principio estás unos días sentado en mesa, trabajando; con él, no; y funciona tan bien o mejor que de la otra manera.

¿Resulta complicado trabajar en un escenario en el que hay puertas y poco más?

O.: Ha sido un reto, no es fácil estar tan desnudo encima de un escenario. Pero cuando lo he asumido, me ha resultado muy bonito trabajar y contar sólo conmigo y con mi compañero.

N.: Es una función que parece mucho más fácil desde fuera. Yo la vi en Barcelona y siempre le digo a Pep: “me vendiste la moto”. No son fáciles las escenas. Ni el texto. Siempre te lo aprendes de una forma natural, lo tienes mecanizado. Y a mí me ha costado horrores aprenderme este texto, es muy endiablado. No tenemos ni una silla ni una mesa, pero tenemos los ojos de los compañeros para apoyarnos, somos nuestros muebles.

Si tuvieran que elegir, ¿cine, teatro, televisión?

N.: Ahora mismo, esto.

O.: Cada medio te da algo bonito si quieres aprenderlo. Yo no podría decir “me gusta más éste”.

N.: Pero es cierto que aquí hay un público, que te hace mucha parte de tu trabajo, que te va llevando. Notas cuando están atentos, cuando les divierte algo...

O.: Y el teatro es imperfecto, con toda la belleza que tiene que sea imperfecto, que nos vamos a confundir, que un tío se pegue un tropezón... Está sucediendo aquí y ahora.

N.: Venir al teatro te hace especial, sentirte único, con los 400 o 500 que hayan venido ese día. Porque aunque haya otra [función] después, no es la misma.

¿Qué es lo mejor y lo peor de la profesión de actor?

N.: Lo mejor, poder ser muchas personas en una sola vida y que eso te permita irte de ti muchas veces. Lo peor, la tontería que hay alrededor; pero es un tópico, todos decimos lo mismo y todos terminamos yendo a las fiestas. Tengo una conciencia de que esta profesión es una cosa muy respetable y es muy dura. Y eso no está valorado. Se mete en el mismo saco todo, cualquiera es susceptible de que le pongan verde, en cualquier sitio, en cualquier soporte.

O.: Eso en esta profesión es donde más se ve, pero es un mal de la sociedad en general. Hoy en día los valores no existen. Del respeto que se tenía antes y que hay que tener por esta profesión, por lo que conlleva de rigor, esfuerzo, sacrificio y renuncia a cosas, la gente no tiene ni idea.

¿Y si sus hijos les dijeran, “me voy a dedicar a lo mismo”?

O.: No me parecería mal. ¿Por qué va a ser más feliz siendo médico o abogado? No creo que seas más feliz teniendo una profesión más segura.

N.: La felicidad muchas veces no te la da la seguridad tampoco. Yo, con que sea feliz y sea una buena persona...

¿Qué premio guardan con más cariño?

N.: El de la Unión de Actores, porque te lo dan los compañeros y es muy bonito.

O.: Yo tengo uno que me gusta mucho porque se llama como una película que hizo mi padre, Calabuch, un premio de comedia. Y, además, es muy bonito, es un cohete de bronce, muy lindo.

En la comedia Sexos, interpretan a Alberto y Cristina. Pepón Nieto y Adriana Ozores comparten edad con sus personajes, pero no las frustraciones que éstos viven por haber cumplido los 40. Charlamos con ellos en el Teatro La Latina de Madrid, justo antes de una función.

A pesar de los años de experiencia, ¿aún se les revuelve el estómago cuando se sube el telón?

Pepón Nieto (N.): Creo que cada vez más, ¿eh? Cuando eres más joven, hay un punto de inconsciencia, sales a divertirte. Según vas sumando años, te sientes más responsable. La primera vez que estrené algo en Madrid, yo estaba cachondeándome con los colegas. Y el señor José María Rodero, descompuesto. Yo no entendía cómo este señor tan mayor y con tantas tablas estaba descompuesto. Ahora lo entiendo perfectamente.

Adriana Ozores (O.): Tiene que haber ese nervio; te da también mucha viveza, agilidad, la dosis de adrenalina que necesitas para trabajar encima del escenario.

Sexos coincide en la cartelera teatral de Madrid con otros muchos montajes. ¿Da miedo tanta competencia?

O.: Yo no tengo sensación de miedo. Es el mercado. El público decidirá. Yo confío mucho en lo que nosotros estamos haciendo, hemos puesto nuestra mejor voluntad y nuestro mejor saber hacer.

N.: Es bueno que haya muchos espectáculos. Y yo creo que hay público para todo.

¿Tienen algo en común con sus personajes en Sexos?

O.: Mi cuerpito y lo que soy, que puede ser mucho y nada.

N.: Yo del personaje no tengo mucho y espero tener poco. Creo que en la vida hay que ir de otra manera.

¿Surgen frustraciones a los 40, como dice Pep Antón Gómez [coautor y director de Sexos]?

O.: Es complicado, o no, todo el tiempo. Si te crees el topicazo, entonces sí. Pero nuestros conflictos, inseguridades, historias, se van repitiendo a lo largo de los años.

N.: En los 40 estoy ahora mismo, con lo cual tampoco te puedo decir. Pero en la de los 30 no recuerdo ninguna crisis.

¿Cómo es trabajar con Pep Antón Gómez?

N.: Muy fácil. Es un director un poco atípico porque se pone muy cerca del personaje, del actor, al principio te desconcierta un poco. Luego se va separando y todo ese trabajo cobra sentido. Es un tío muy inteligente.

O.: Hay otros directores que lo tienen pero que se pierden en ese mar de buenas intenciones. Pep Antón lo hace eficaz. Con otros directores, al principio estás unos días sentado en mesa, trabajando; con él, no; y funciona tan bien o mejor que de la otra manera.

¿Resulta complicado trabajar en un escenario en el que hay puertas y poco más?

O.: Ha sido un reto, no es fácil estar tan desnudo encima de un escenario. Pero cuando lo he asumido, me ha resultado muy bonito trabajar y contar sólo conmigo y con mi compañero.

N.: Es una función que parece mucho más fácil desde fuera. Yo la vi en Barcelona y siempre le digo a Pep: “me vendiste la moto”. No son fáciles las escenas. Ni el texto. Siempre te lo aprendes de una forma natural, lo tienes mecanizado. Y a mí me ha costado horrores aprenderme este texto, es muy endiablado. No tenemos ni una silla ni una mesa, pero tenemos los ojos de los compañeros para apoyarnos, somos nuestros muebles.

Si tuvieran que elegir, ¿cine, teatro, televisión?

N.: Ahora mismo, esto.

O.: Cada medio te da algo bonito si quieres aprenderlo. Yo no podría decir “me gusta más éste”.

N.: Pero es cierto que aquí hay un público, que te hace mucha parte de tu trabajo, que te va llevando. Notas cuando están atentos, cuando les divierte algo...

O.: Y el teatro es imperfecto, con toda la belleza que tiene que sea imperfecto, que nos vamos a confundir, que un tío se pegue un tropezón... Está sucediendo aquí y ahora.

N.: Venir al teatro te hace especial, sentirte único, con los 400 o 500 que hayan venido ese día. Porque aunque haya otra [función] después, no es la misma.

¿Qué es lo mejor y lo peor de la profesión de actor?

N.: Lo mejor, poder ser muchas personas en una sola vida y que eso te permita irte de ti muchas veces. Lo peor, la tontería que hay alrededor; pero es un tópico, todos decimos lo mismo y todos terminamos yendo a las fiestas. Tengo una conciencia de que esta profesión es una cosa muy respetable y es muy dura. Y eso no está valorado. Se mete en el mismo saco todo, cualquiera es susceptible de que le pongan verde, en cualquier sitio, en cualquier soporte.

O.: Eso en esta profesión es donde más se ve, pero es un mal de la sociedad en general. Hoy en día los valores no existen. Del respeto que se tenía antes y que hay que tener por esta profesión, por lo que conlleva de rigor, esfuerzo, sacrificio y renuncia a cosas, la gente no tiene ni idea.

¿Y si sus hijos les dijeran, “me voy a dedicar a lo mismo”?

O.: No me parecería mal. ¿Por qué va a ser más feliz siendo médico o abogado? No creo que seas más feliz teniendo una profesión más segura.

N.: La felicidad muchas veces no te la da la seguridad tampoco. Yo, con que sea feliz y sea una buena persona...

¿Qué premio guardan con más cariño?

N.: El de la Unión de Actores, porque te lo dan los compañeros y es muy bonito.

O.: Yo tengo uno que me gusta mucho porque se llama como una película que hizo mi padre, Calabuch, un premio de comedia. Y, además, es muy bonito, es un cohete de bronce, muy lindo.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento