Una plaga de ratas puede echar el cierre al parque de los Príncipes

El Servicio Zoosanitario y Parques y Jardines estudian realizar un tratamiento intensivo. Las trampas no han sido efectivas.
Abuelos y mamás juegan con sus pequeños en los columpios del parque.
Abuelos y mamás juegan con sus pequeños en los columpios del parque.
Caco Rangel
Abuelos y mamás juegan con sus pequeños en los columpios del parque.
El parque de los Príncipes está muy cerca de cerrar sus puertas temporalmente por  culpa de una plaga de ratas. «Corrían de un seto a otro junto a los toboganes mientras jugaban allí más de 15 niños», alerta Concepción R. Ella, al igual que otras abuelas y madres que acuden a este parque todos los días, las han visto con sus propios ojos. «Hasta subidas por los árboles», narra Paqui Sánchez.

Aseguran que desde agosto los roedores andan por el parque como Pedro por su casa. «Sobre todo cerca del estanque de los patos», cuenta a 20 minutos uno de los cuidadores del jardín sevillano. «En Feria pusieron trampas y veneno, pero hay demasiadas», explica otro de los jardineros.

Con el movimiento de tierra de las obras del Metro, las ratas han salido a la superficie y se han metido en el parque, donde se reproducen con rapidez. Ésa es la teoría que ellos barajan para explicar la gran cantidad de roedores que han aparecido.

Los cuidadores del parque y los vecinos ya han alertado en varias ocasiones al Ayuntamiento de la existencia de una plaga que todavía no ha podido ser erradicada.

El Servicio Zoosanitario está en conversaciones con Parques y Jardines para poner en marcha un tratamiento intensivo. De cualquier modo, ya se han llevado a cabo varias desratizaciones, pero no han surtido efecto porque algunas personas quitaban las trampas. El tratamiento conllevará el cierre del parque durante 15 días.

Ya fue efectivo en Ferrand

El tratamiento intensivo que el Ayuntamiento se plantea poner en marcha ya surtió efecto hace menos de un año no muy lejos del lugar que ahora sufre la plaga: en el parque Manuel de Ferrand. «Para ello, estuvo cerrado al público casi un mes», cuenta uno de sus jardineros. Desde entonces, nadie ha vuelto a ver a ningún roedor por sus jardines.

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