Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

El riesgo de ridículo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el primer ministro de Eslovenia, Robert Golob (d), durante una rueda de prensa.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el primer ministro de Eslovenia, Robert Golob (d), durante una rueda de prensa.
Moncloa
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el primer ministro de Eslovenia, Robert Golob (d), durante una rueda de prensa.

Ignoro si a Pedro Sánchez le gusta viajar, pero sí hay pruebas sobradas que lo hace sin descanso y la mayor parte de las veces por obligación. El poder no suele dejar tiempo para el relax. Pero también hay veces que viaja sin necesidad o por error si se acepta el fallo. Lo malo es cuando viaja arriesgándose a hacer el ridículo, que es algo que deja mal la imagen de España en el extranjero, ya no tan importante como la suya.

Es lo que ha ocurrido estos días pasados con su presunción de influencia mundial, viajando en busca de apoyos al reconocimiento de un Estado palestino. La propuesta no es un disparate, la creación de un Estado palestino susceptible de convivir en paz con Israel no es nueva, cuenta con decenas de años, ni menos aún es inédita. Y la prueba, que también ignoro si Sánchez sabe, es que ya hay varios Estados que lo reconocen.

Lo absurdo es que España se lance sin esperar siquiera a que termine la guerra de Gaza para conseguir este propósito lógico y difícil. Algo que, como anticipó Estados Unidos desautorizándole, debe empezar a negociarse por Israel y a partir de ahí con la ONU, la Unión Europea y las grandes potencias entre las cuales no figura España, ni su presidente cuenta con la suficiente influencia de liderazgo para decidir.

Hay algunos detalles a tener en cuenta sobre los cuales Sánchez quizás no fue advertido. Y es que el problema, más que territorial, es de compromiso firme de paz, algo que el pueblo palestino puede garantizar, pero las organizaciones terroristas que alberga no se conforman con un Estado propio sino que aspiran con la supresión del de Israel y sus ataques terroristas seguirán garantizados. Son organizaciones tuteladas y financiadas por Irán, un país poco amigable, aislado de sus vecinos y con ambiciones apoyadas por los ayatolás.

¿Acaso Pedro Sánchez no observó que, ante la triste guerra de Gaza, en la que no luchan los sufridos habitantes pacíficos de la Franja, sino Hamás, el grupo terrorista que desacata a la propia Autoridad Palestina existente y reconocida con la que en la práctica está tan enfrentada como contra el propio Israel? Hay otro detalle: ¿Cómo se explica que en todo el conflicto no se haya implicado ningún país árabe? La razón es bien explícita: al contrario de Sánchez y su Gobierno afín al independentismo extremista, todos los colindantes, desde Marruecos hasta Arabia, se han percatado de que su peligro no es tanto Israel, sino los enemigos que intentan expandirse por toda la zona.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento