El Mobile World Congress ya está otra vez aquí. Llega con los hoteles a punto de colgar el cartel de completo y los restaurantes con miles de mesas reservadas. La ciudad luce banderolas para recibir a los congresistas y los taxistas se preparan para trabajar a destajo.

Acudirán a la inauguración del evento el Rey, el alcalde y los presidentes Sánchez y Aragonès. Afortunadamente, al menos en temas de relaciones institucionales, las aguas han vuelto a su cauce. El MWC refuerza el prestigio internacional de la metrópoli barcelonesa y deviene una fuente de beneficios para la economía del país.

Ahora bien, para que la dicha sea completa nuestras autoridades deben afrontar los temas de seguridad que generan este tipo de conclaves. El imán MWC, además de dignos participantes, atrae también a los amigos del abuso y de lo ajeno.

La semana pasada fuentes de los Mossos d’Esquadra y de la Guardia Urbana explicaban que el Pla d’Acció Tremall de la policía ha permitido detectar y detener a 526 delincuentes multirreincidentes, individuos a los que se imputaron miles de hurtos y robos violentos. La mayoría de ellos están de nuevo en la calle al acecho, prestos a actuar en busca de presas fáciles. Algo habrá que hacer al respecto.

No planteo soluciones puntuales para el Mobile y olvido para mañana. Soy consciente que el asunto de la reincidencia no se resolvió como debía en la reforma del 2022, que funcionamos a base de parches, pero seamos conscientes, estos días ‘el món ens mira’.