Carmelo Encinas Asesor editorial de '20minutos'
OPINIÓN

El temible retorno de Trump

El candidato presidencial republicano, el ex presidente Donald Trump, se dirige a los miembros de la prensa durante una parada de campaña en Londonderry, N.H.
El candidato presidencial republicano, el ex presidente Donald Trump, se dirige a la prensa durante una parada de campaña en Londonderry, N.H.
Matt Rourke / LA PRESSE
El candidato presidencial republicano, el ex presidente Donald Trump, se dirige a los miembros de la prensa durante una parada de campaña en Londonderry, N.H.

Me equivoqué. Cuando el 8 de noviembre de 2020 se confirmaba la victoria de Joe Biden sobre Donald Trump pensé que el histriónico candidato republicano estaba políticamente muerto. Hacía casi 30 años que un presidente de los Estados Unidos no perdía su reelección, había que remontarse a la derrota de George Bush padre que le infligió Bill Clinton en el 92, y un trance así, con el punto de reprobación que conlleva, es difícil de superar. Quizá entonces pude confundir mis deseos con la realidad, pero, si así fue, le debió ocurrir lo mismo a la mayoría de los analistas, incluidos los más especializados. Esa impresión, que ahora se ha demostrado equívoca, vendría a reforzarla su proceder en el asalto al Capitolio que protagonizaron las hordas trumpistas a las que él instigó. Aquel episodio, por el que ha de ser juzgado, se sumaría a las diversas causas pendientes ante la Justicia estatal y federal que llegarán en los próximos meses a los tribunales, en pleno año electoral.

Acusaciones muy serias que van desde el intento de alterar el resultado de las elecciones de 2020 en el condado de Fulton, Georgia, hasta la apropiación de documentos confidenciales que se llevó a su residencia de Mar-a-Lago en Florida, pasando por la falsificación de registros comerciales de la Organización Trump en Manhattan. Junto a sus hijos, está acusado también de manipular fraudulentamente el valor de los activos de la empresa familiar, y hasta ha sido condenado por abusar sexualmente y difamar a la escritora Jean Caroll, con la que tiene otra causa pendiente, también por difamación. Delitos políticos, económicos y sexuales que destrozarían la reputación de cualquier líder de un país civilizado y que, sin embargo, lejos de arrumbarlo en la ignominia parecen impulsarle electoralmente hasta amenazar con ganar no solo la candidatura del partido republicano, que tiene encarrilada si la Justicia no le para, sino las elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre.

Sociólogos y politólogos de todo el mundo habrán de estudiar con detenimiento este fenómeno indeseable basado en hacer creer a millones de norteamericanos que todas esas acusaciones no son más que una caza de brujas de la que se dice víctima. Él ha conseguido que esa tesis, en contra de las numerosas pruebas acusatorias que evidencian su culpabilidad, convierta cada comparecencia suya ante los tribunales, provocador y desafiante, en un acto de campaña que le aúpa más en los sondeos electorales. En su partido se impuso el temor a que pudiera montar por su cuenta una candidatura trumpista de no salir elegido y les dejara en precario, así que muy pocos se atrevieron a plantarle cara de verdad.

De confirmarse su designación, Donald Trump se enfrentará a un candidato demócrata que no ha exhibido el fuste suficiente para asegurarse la reelección. La impresión inicial de que su vicepresidenta Kamala Harris mostraba hechuras para sucederle quedó enseguida defraudada por su marcada inoperancia. Biden tiene 81 años, tropieza demasiado y de ganar en noviembre se plantaría con 86 en el despacho oval, lo que no es electoralmente muy estimulante por mucho que en Estados Unidos se valore la experiencia. Paradójicamente, el principal vector a su favor es que el miedo y el rechazo a Donald Trump sea capaz de movilizar masivamente a sus contrarios. Frente a los millones de norteamericanos que siguen a ciegas al candidato republicano hay otros muchos dispuestos a votar a quien sea con tal de evitar la vuelta a la Casa Blanca de un personaje al que consideran un peligroso mamarracho. Motivos sí tienen.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento