Un halcón y dos águilas custodiarán la Puerta de Alcalá para ahuyentar a las palomas

Un halcón al lado de la Puerta de Alcalá
Un halcón al lado de la Puerta de Alcalá
Ayuntamiento de Madrid
Un halcón al lado de la Puerta de Alcalá

La Puerta de Alcalá vuelve a la normalidad. Ya no queda rastro de la lona con la que ha estado cubierta durante cerca de un año, mientras el Ayuntamiento de Madrid llevaba a cabo las obras de restauración. Pero algo ha cambiado. Ahora está acompañada de un halcón y dos águilas. No es fortuito. Se trata de un proyecto piloto que el área de Cultura, Turismo y Deporte ha puesto en marcha con el objetivo de proteger este monumento frente a los daños que provocan las palomas, debido a que son las causantes de gran parte de los daños que los operarios han arreglado.

La presencia de estas aves rapaces es una medida sin precedentes en la capital. Por este motivo, según ha señalado la delegada de Cultura, Turismo y Deporte, Marta Rivera de la Cruz, se van a ir valorando los resultados a lo largo del próximo año. "Si da resultado, será un gran éxito", ha apuntado.

Durante su visita a la Puerta de Alcalá, después de que haya retirado por completo la lona, Rivera de la Cruz ha asegurado que su restauración "ha sido única por tratarse de un emblema de la ciudad prácticamente desde su construcción y por su metodología, en la que se han seguido los criterios más avanzados y las técnicas más punteras". Fue al analizar las patologías que sufría este monumento cuando los técnicos detectaron que su afección biológica más acusada era la ocasionada por la colonización de aves, sobre por las palomas.

Plumas, nidos, deyecciones en la superficie e, incluso, anidación. Fueron los restos que los restaurados encontraron en este lugar. El problema radica en que estos residuos generan alteraciones estéticas y daños químicos como la formación de fosfatos, acidificación y corrosión del soporte pétreo. Los excrementos se convierten también en sustrato y fuente de nutrientes para otros organismos como bacterias y hongos, lugar de crecimiento de líquenes y musgos, así como insectos y microorganismos o incluso el crecimiento de raíces de plantas superiores, provocando humedad.

Por este motivo, desde la Dirección General de Patrimonio Cultural valoraron diferentes alternativas para la disuasión de estas aves. La mejor opción resultó ser realizar vuelos ahuyentadores con halcones adiestrados, puesto que estos animales lograrán intimidar a las palomas ayudando así a que no se posen en el monumento. 

El plan prevé una fase de tratamiento de choque de seis meses de duración, aproximadamente, en la que se harán vuelos a diferentes horas del día de manera que para las palomas sea imposible adecuarse a un horario específico. Posteriormente, los técnicos valorarán la eficacia de la medida y si se debería llevar a cabo un tratamiento de mantenimiento a largo plazo, con vuelos dos días a la semana.

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