La princesa Eugenia de York, como miembro de la familia real británica, siempre ha tenido encima a los medios de comunicación. Sobre todo porque, a diferencia de otros miembros de su familia, era la hija del ojito derecho de Isabel II, el príncipe Andrés, duque de York. Esa continuada exposición ante el ojo público, ha dado a conocer ahora, le han provocado varios problemas alimentarios.
La hermana pequeña de Beatriz de York ha concedido una entrevista al podcast Table Manners en el que ha confesado que el hecho de haber sido juzgada desde muy pequeña por todo el mundo acabó derivando en el desarrollo de varios desórdenes alimenticios, admitiendo tener "un par de problemas relacionados con la comida".
El escrutinio del que se ha sentido víctima por su condición de royal, así como los comentarios en medios, algunos de ellos de supuestos expertos, sobre sus apariciones públicas y sus elecciones de ropa, admite, fueron el caldo de cultivo perfecto para que, durante su adolescencia —ahora tiene 33 años—, comenzase a sufrir dichos trastornos de la alimentación.
"Sin lugar a dudas, eso [su continuada exposición] derivó en algún que otro problema con la comida. Tener que lucir de una determinada manera o que te digan 'Oh, qué vestido tan bonito, pero qué mal le queda a ella'. Creo que le ocurre a prácticamente todo el mundo que está en el foco mediático", ha asegurado la princesa.
La hija de Sarah Ferguson, quien a su vez ya es madre dos pequeños con su marido, el empresario Jack Brooksbank, ha insistido en que su experiencia tenía un grado todavía más traumático al ser parte de la realeza británica. "Supongo que, en mi familia, todo esto sucede en esa supuesta edad perfecta en la que tienes, no sé, 13 años, y llevas quizá un corte de pelo algo tonto, tipo cazuela, y estás un poco rellenita y todo el mundo se mete contigo", ha asegurado.
Por eso mismo, Eugenia de York opina que debería reducirse la presión mediática y el juicio de la opinión pública sobre los menores de edad, porque los comentarios pueden llegar a ser muy crueles. Según ella, los menores de edad que deberían tener "la seguridad de que crecen en la dirección adecuada", pero lo que acaban recibiendo "es precisamente lo contrario".
Por último, ha confesado que dichos problemas se han acabado casi al mismo tiempo que se ha mudado con su familia a Portugal, dado que allí siente qué significa ser anónima. "Portugal es un sueño hecho realidad porque puedo ir al supermercado con ropa deportiva y con el pelo mojado. Y da igual porque a nadie le importa", ha finalizado.
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