Relucientes y en orden. Así tienen que estar los establecimientos en los que se vende comida al público o se almacena. Si estos dos objetivos no se cumplen, el dueño se puede llevar un susto en forma de sanción.
El pasado año, la Concejalía de Sanidad del Ayuntamiento de Valencia realizó más de 6.000 inspecciones en locales de comidas preparadas, restaurantes, carnicerías y almacenes encargados de distribuir hortalizas y verduras. En total, pusieron 192 denuncias y abrieron 224 expedientes.
En el primer semestre de 2009 los técnicos han sancionado a 80 establecimientos de la ciudad. La mayoría de ellos se originaron gracias a las denuncias de los propios ciudadanos, que alertaron a las autoridades tras visitar estos locales.
Así es una inspección
Cuando los inspectores de sanidad visitan un comercio, lo miran todo. Prestan especial atención a que los productos que se venden al público sean de primera calidad y que las instalaciones en las que se exponen estén limpias. También comprueban que el dueño tenga todos los permisos para desarrollar esa labor. Si esto no se cumple, Sanidad da un plazo de 20 días al comerciante para que subsane las deficiencias encontradas.
La mayoría de las sanciones, como informaron desde la Concejalía de Sanidad, son leves, lo que significa que la multa oscila entre los 600 y los 3.000 euros. Las más graves van de los 3.000 a los 15.000 euros y pueden conllevar hasta el cierre del propio local, aunque se trata de supuestos poco frecuentes, indican desde la Concejalía.
El pasado año, el Ayuntamiento de Valencia ingresó 92.900 euros como consecuencia de las sanciones impuestas a locales de alimentos que no cumplían con las mínimas las normas de higiene que marcan las ordenanzas municipales.
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