Desde hace tres años los vecinos del Rabal sufren la presencia continúa de palomas turcas y tórtolas, especies difíciles de eliminar que ensucian calles y edificios. Los últimos en sufrir las molestias por las palomas han sido los 700 niños del colegio Eugenio López.
Una parte del patio tiene el suelo de tierra, con árboles y unos cilindros donde los niños solían jugar. Pero este es el lugar preferido de las palomas para posarse y han llenado la zona de excrementos. El colegio ha cerrado esta parte del patido para evitar posibles infecciones en los pequeños.
Más trabajo de limpieza
«La parte asfaltada también se ensucia, pero las empleadas lo limpian a diario. En la zona de tierra es más difícil eliminar residuos», explica José Pascual, el director. Y es que cuando los niños entran a clase, comienza el recreo para las aves, que campan a sus anchas por el patio.
El centro educativo ha solicitado al Ayuntamiento que se solucione el problema, pero, por ahora, el único remedio aportado ha sido podar las ramas.
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