Cuarenta y cinco mil policías intentan controlar en Francia las violentas protestas tras la muerte, por el disparo de un policía, de Nahel, un chico de 17 años de origen magrebí que se saltó un control de tráfico. El llamamiento de la abuela del adolescente a la calma no frena la cólera. La rabia por la falta de futuro de los jóvenes de los barrios periféricos se mezcla con la desafección hacia las instituciones, expresadas en forma de pillaje. El presidente Macron hace frente a un problema muy complejo y de raíces muy profundas.
OPINIÓN03.07.2023 - 06:49h
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