Tamara Falcó está recuperando la tranquilidad después de unos días de una tensión sin precedentes. Las diferencias surgidas con las diseñadoras de su vestido de novia, la sumieron en una profunda tristeza. Jamás pensó que sería traicionada tan vilmente a través de un comunicado en el que le acusaban de haber querido plagiar un diseño.

Fuentes cercanas a la marquesa de Griñón explican que nada de lo contado corresponde con la realidad: "Que enseñen los diferentes correos electrónicos que se intercambiaron y se demostrará que están retorciendo la realidad", dice a 20minutos alguien de la confianza de Falcó.

Esta misma fuente sostiene que no es cierto que el objeto del contrato entre las partes fuera creación del ya imposible vestido, sino que el mismo giraba en torno a las campañas publicitarias que iba a protagonizar para lanzar la línea de noche y cóctel que Sophie et voila va a lanzar próximamente: "Tampoco se ajusta a la verdad que fuera a cobrar 150.000 euros anuales. La cantidad era algo inferior".

Tras la decepción y los nervios iniciales, Tamara y su equipo han encontrado consuelo en Carolina Herrera. La firma, que fue su primera opción, ha desplegado todas las facilidades para encontrar el diseño perfecto. De hecho, estos días Tamara y su estilista permanecerán en Nueva York para acudir a los talleres donde ya trabajan, a marchas forzadas, para que el próximo 8 de julio, la hija de Isabel Preysler brille ante los ojos de su prometido, Íñigo Onieva.

El empresario, por cierto, ha sido el principal apoyo de Tamara en estos días tan estresantes. Le ha guiado, acompañado y secado las lágrimas derramadas. Mientras ella esté fuera, él continuará con los preparativos de la boda. Que nadie se preocupe porque Onieva ya tiene preparado el traje que lucirá. "Desvelaré quién es el diseñador el día en que nos casemos", ha dicho a 20minutos.