Entrevista

Ramón Salaverría: "No creo que haya habido tal dimensión de falsedades circulantes como ahora"

  • El catedrático de Periodismo de la Universidad de Navarra participa en Madrid en un foro con antiguos alumnos sobre la transformación digital de la Comunicación
El profesor de Periodismo de la Universidad de Navarra, Ramón Salaverría.
El profesor de Periodismo de la Universidad de Navarra, Ramón Salaverría.
DANIEL FERNÁNDEZ
El profesor de Periodismo de la Universidad de Navarra, Ramón Salaverría.

Investigador en medios digitales desde los años 1990, preside el Comité de Expertos del Consejo de Europa sobre sostenibilidad de los medios periodísticos y está al frente de Iberifier, un observatorio sobre la desinformación en España y Portugal. Pero su área de trabajo no le impide ver luces y sombras en el nuevo paradigma digital: cree que los usuarios somos conscientes de que las redes nos han "fastidiado la vida" y que se está perdiendo el roce personal en favor del tecnológico, pero también opina que ya no podríamos vivir sin ellas y que el criterio de una persona siempre estará por delante de lo que diga una inteligencia no humana.

El catedrático de Periodismo de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, nacido en Burgos en 1970, compartirá estas y otras reflexiones con sus exalumnos en la sede de este centro educativo en Madrid, dentro de un foro que el 10 de mayo abordará la Transformación Digital de la Comunicación

En una sociedad digital, ¿dónde queda la comunicación tradicional?En muchos casos, en casa. Y a veces ni eso. Estamos perdiendo esa especie de roce personal que hace el cariño. La comunicación es entre personas, lo que ocurre es que ahora la forma de conectarnos se ha transformado. Y muchas personas encuentran más fácil contactar con otras a través de un canal digital que en persona.

Usted que está todo el día con las redes, ¿es de los que en las comidas familiares está contestando mensajes de Whatsapp o guarda el móvil?Mi mujer te diría que no aparto el móvil lo suficiente… y luego estoy todo el día diciéndole a mis hijas adolescentes que se olviden de las redes.

Yo nunca imaginé que mi madre me mandaría un whatsapp. Y durante la pandemia hacíamos hasta videoconferencias.Por ahí hemos pasado todos. Y es muy revelador experimentar ese fenómeno para los que tenemos padres con edades entre 70 y 80 años.

Entonces, las nuevas tecnologías ¿son buenas, malas o no sabe, no contesta?No renunciaríamos a ellas a pesar de que nos han fastidiado bastante la vida. Encontrar una cierta dosificación a la exposición digital es esencial para poder tener una vida respirable. Las plataformas han diseñado un sistema maquiavélico que captura hasta el último segundo de nuestra atención, generan un chute de dopamina cada vez que nos llega un like. Y esa expectativa constante de aceptación externa, sobre todo en jóvenes, supone un escenario preocupante.

La tecnología que detecta la falsificación va a ir por detrás de la que la propicia

Por si fuéramos pocos, ahora tenemos la inteligencia artificial. ¿Es tan inteligente como la humana?Es distinta. La inteligencia artificial calcula mejor que las personas, pero imagina mucho peor. La creatividad, la capacidad de conectar cosas locas, es algo propio de los humanos. Estamos lejos de que una IA pueda terminar de escribir los primeros párrafos del Quijote.

¿Puede sustituir al profesional a la hora de seleccionar contenidos o aportar un enfoque determinado?Los creadores de contenidos están obligados a reinventarse, porque eso lo harán las máquinas. Pero sí necesitamos personas que imaginen contenidos y piensen qué asuntos interesan. En este mundo dominado por las máquinas, la personalidad, la voz propia, va a ser cada vez un mayor valor.

Ramón Salaverría durante la presentación de los resultados del proyecto 'Mentiras contagiosas. RRSSalud - Difusión de noticias falsas sobre salud en redes sociales', el 7 de abril de 2022.
Ramón Salaverría en la presentación del proyecto 'Mentiras contagiosas'.
JOSE LUIS PINDADO / FUNDACIÓN BBVA

Usted enseña sobre nuevas tendencias y formatos. ¿Por dónde pasan?Las nuevas narrativas son cada vez más inmersivas, tratan de incluir al lector o espectador y meterlo más en la historia. Que, por cierto, era lo que hacía la gran literatura: tratar de que el lector fuera el gran protagonista de la novela. Solo que ahora todo esto se desarrolla en un terreno digital.

¿Son modas o vienen para quedarse? Porque hace unos días todo era metaverso y ahora ya estamos con el ChatGPT.La velocidad de las transformaciones nos tiene desbordados, incluso a los que nos dedicamos profesionalmente a estos asuntos. Es muy complicado estar al día. Yo lo asocio a la figura del surfista, al que se le puede pasar la ola.

Cambiamos la manera de contar las cosas, ¿el contenido sigue siendo el mismo?Hay una cierta transformación. Ahora hay temas que hace años no tenían una gran presencia y se han convertido en muy importantes: solidaridad, medio ambiente, inmigración… Y algunos se explican mejor gracias a la tecnología, a través del periodismo de datos o la información apoyada en gráficos…

Se dedica usted a investigar bulos y ‘fake news’ en la web. ¿Da abasto?La mentira es tan antigua como la humanidad. Pero en el contexto actual donde el volumen de contenidos y la velocidad de circulación es tan grande, y los intereses y la falta de escrúpulos por parte de algunos actores es tan flagrante, no creo que haya habido tal dimensión de falsedades circulantes como ahora.

¿Qué armas tenemos en esa batalla contra la desinformación?Básicamente tres: una legal, otra tecnológica y otra educativa. Los gobiernos están tratando de poner en marcha legislación específica para proteger a la ciudadanía de estas amenazas. Por otro lado, la tecnología como remedio de los propios desmanes de la tecnología, que creo que es un juego de suma cero, porque nunca la tecnología que detecta la falsificación va a ir por delante de la que la propicia. Así que al final en lo que más confío es en el tercer factor, el educativo, que es el que necesita un más largo plazo. Hace falta formar a las personas y desarrollar el criterio. Sin él, por muy avanzada tecnología que tengamos, no vamos a ninguna parte.

Durante la pandemia, ¿nos inocularon más de una trola?Muchísimas. Nuestro equipo investigó en un proyecto la difusión de bulos a lo largo de la pandemia y lo que encontramos fue que los creadores de falsedades se aprovechan de los acontecimientos que generan mayor atención y preocupación. Y durante la pandemia se aprovecharon para multiplicar los bulos de manera asombrosa.

Es usted profesor investigador en la Universidad de Texas. Por allá también han vivido muchos bulos y ‘fake news’...De hecho, viví un año como profesor visitante allí justo en la campaña electoral previa a la llegada de Trump a la presidencia. Y pude observar cómo las estrategias populistas y de fabricación indiscriminada de mensajes sin ningún tipo de respaldo factual se usaban con absoluta impunidad. Estaba bastante asombrado. No pensé que Trump, con ese discurso, llegaría. ¡Fíjate qué olfato!

Estamos lejos de que una IA pueda terminar de escribir los primeros párrafos del Quijote.

Preside el Comité de Expertos del Consejo de Europa sobre sostenibilidad de los medios periodísticos. ¿No somos sostenibles?Montaron el comité porque se está demostrando que no lo somos mucho. Y hacen falta soluciones. Y ese comité en el que aún trabajamos está tratando de identificar buenas prácticas, que puedan servir como referentes y propiciar o dar pautas a empresarios y periodistas sobre por dónde tirar.

¿Y por dónde tiramos?Pues en primer lugar, dándonos cuenta de que cualquier tiempo pasado no fue mejor, sino anterior. Tenemos que pasar página. Los modelos periodísticos del siglo XX han quedado atrás. Hace falta producir fórmulas propias en un entorno donde lo digital es la columna vertebral.

¿Cómo llevar a las aulas de Periodismo todas esas enseñanzas?Tanto los contenidos como las formas de enseñar que uso tienen poco que ver con los de hace una década. El perfil del alumnado ha cambiado: tiene otros intereses, más cercanos a sus entornos más cercanos, y quizá menos curiosidad por el mundo. Yo identifico a un periodista cuando le da la vuelta al móvil. Ahora la mayor parte de los móviles se dirigen a uno mismo. Cuando alguien por primera vez fotografía cosas que no son uno mismo, allí potencialmente hay un periodista.

Le va a contar todas estas cosas a antiguos alumnos. Y algunos de ellos aún hacían las prácticas en máquina de escribir.Sí, sí. Desde el punto de vista físico, ¡hasta hacíamos gimnasia! El chaval que en los 90 tenía 20, hoy tiene 50, pero las tecnologías se han diseñado para que su uso sea muy sencillo. Y hasta los más refractarios las usan hoy. Están normalizadas y somos conscientes de que, en algunos aspectos, nos facilitan la vida.

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