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Irán se revuelve contra el sistema, ¿pero hay alternativa? "Hay una generación, la más joven, que está desconectada del régimen"

Una multitud de personas en Teherán (Irán) durante una de las manifestaciones por la muerte de Mahsa Amini.
Una multitud de personas en Teherán (Irán) durante una de las manifestaciones por la muerte de Mahsa Amini.
EFE / EPA / STR
Una multitud de personas en Teherán (Irán) durante una de las manifestaciones por la muerte de Mahsa Amini.

Irán vive una especie de cambio de era porque lo que empezó como unas protestas por la muerte de Masha Amini, más allá del debate sobre el velo islámico, se ha convertido en una rebelión contra el sistema. Mientras los políticos dicen afanarse en resolver el caso, la ciudadanía se ha echado a las calles de un país que encadena crisis, todas superpuestas en un momento muy delicado. El estallido social es la consecuencia, pero el trasfondo político no escapa de las incógnitas de cara al futuro. ¿Está Irán al borde de que colapse su régimen?

Las manifestaciones se extendieron el fin de semana por todo el país, y por lo pronto, el presidente iraní Ebrahim Raisi ha ordenado la creación de una comisión independiente que investigue la muerte de Amini y los forenses a concluido que la muerte bajo custodia de la joven no se debió a ningún "golpe en la cabeza o en los órganos vitales de su cuerpo" y estiman que se produjo por un "fallo orgánico múltiple" derivado problema de corazón por una patología previa. "Los resultados del examen físico del cuerpo y la autopsia, así como los exámenes de patología indican que la muerte de la mencionada no fue causada por golpes en la cabeza o en los órganos vitales del cuerpo", según el comunicado de la organización.

La organización forense ha indicado que Amini se sometió, a los ocho años de edad, a la extirpación de un tumor cerebral en una operación cuyas secuelas provocaron, de acuerdo con las conclusiones de la autopsia, el desvanecimiento de la joven de 22 años cuando se encontraba bajo custodia de la Policía de la Moral de la república islámica por llevar mal el velo. La versión de los forenses estima que la fallecida "perdió repentinamente el conocimiento debido a esta enfermedad de base, que le provocó un trastorno del ritmo cardíaco y la disminución de la presión arterial". Con todo, Amini ya es un símbolo, y sobre ella se apoya la rabia ciudadana.

Daniel Bashandeh, analista político especializado en Irán y Oriente Medio, explica a 20minutos que "las protestas empezaron por una cuestión social, reivindicativa, pero hay una crisis económica detrás, el peso de las sanciones. Hay mucha frustración en la ciudadanía". Pero ahora lo que hay es "incertidumbre" sobre el sistema político iraní "porque hay una generación de jóvenes, post revolucionaria, que ahora mismo están desconectados del régimen. Han nacido bajo un único liderazgo que es el del ayatolá Jomenei, pero crecido en una sociedad que está altamente conectada y que es muy activa", añade el analista. Y es que el dato habla por sí solo: el 60% de la población iraní son jóvenes, de menos de 30 años.

Sobre las marchas, Bashandeh recalca que "la república islámica ha quedado tocada" una vez que ya se ha entrado en la cuarta semana de protestas, "y son cada vez más transversales". Además, hay un factor importante: está saliendo a la calle la gente de los institutos, "y eso hace que todo se esté retransmitiendo por redes sociales, por lo que la represión más dura sería vista por todos". El régimen "mantiene la línea dura" pero entre la población "se están formando liderazgos que no existían". El analista, asimismo, habla también de la batalla por el relato, con las autoridades culpando a Occidente de lo que está ocurriendo. "Pero al final si no hacen reformas estas protestas se van a mantener en el tiempo", resume Bashandeh.

"El régimen tiene ahora mismo un problema generacional"

"El régimen lo que tiene ahora mismo es un problema generacional, no solo se trata de crisis económica y política", añade Bashandeh. "Los líderes políticos en Irán son ya mayores, son los que llevaron a cabo la revolución y que en su día accedieron al poder por una cuestión de pertenencia al régimen. Se han socializado también en un contexto de guerra; Irán tuvo que pelear durante ocho años una guerra contra Sadam Hussein", recuerda. El país, por lo tanto, está ahora inmerso en una transición social que afecta directamente a lo político

Y ese cambio está vacío, porque, dice Bashandeh, "no hay un candidato en el clero ni en la guardia revolucionaria que pueda llegar a un consenso para ejercer de líder supremo. No hay nada más allá ahora mismo del ayatolá Jomenei, que además no tiene el carisma que sí tenía Jomeini". Y precisamente el ayatolá mantuvo "una retórica muy revolucionaria, con un buen discurso para la gente que ya es mayor, pero también para las guardias revolucionarias de Irán". ¿Por qué? "Viene a decir que los que salen a protestar están en contra de la república islámica y que los que se van del país son unos traidores. El objetivo fundamental es el de mantener al régimen". Para el analista, "esta ideología funcionaba con Jomeini, pero ya no".

La clave está precisamente en que las protestas las lideran quienes se sienten de alguna manera huérfanos a nivel político. "Irán se está aferrando a unos valores propios del 'jomeinismo', y esos valores ya no concuerdan con las generaciones jóvenes. Es una generación que está demandando voz y voto, y va a haber una etapa de incertidumbre", sostiene Bashandeh, porque, esgrime, "esos jóvenes también sienten apatía a la hora de ir a votar y mantiene ya casi una indiferencia sobre el Islam, sobre la religión".

Todos los componentes del cambio, menos un líder

Pero esas voces se encuentran con un muro: "No existe una oposición organizada dentro de Irán, eso hay que tenerlo claro". Hay ganas de cambio, pero no alguien que lo lidere. "Lo que han demostrado las manifestaciones es que existe una generación joven como motor del cambio, hay mártires, eslogan, himno de las protestas, pero faltan líderes. Al igual que la oposición del ayatolá Jomeini se formó en Occidente, sobre todo en Francia, ahora tiene que suceder lo mismo. A largo plazo hay posibilidades de que se construya ese liderazgo. El eco mediático es fundamental. No parece que vaya a ser suficiente un liderazgo colectivo", resume Bashandeh.

Más allá de lo interno, las revueltas en el país trascienden sus fronteras porque "Irán no se puede sacar de la ecuación geopolítica" y precisamente en ese escenario la situación es igualmente delicada "porque las sanciones internacionales han rebajado mucho el nivel de vida de la población". Bashandeh suma a Washington, pero no solo, al asunto. "Tenemos además por otro lado los intereses de Estados Unidos y de Israel además de la cuestión energética. Para que se dé un desarrollo en Irán es muy importante la actitud que tenga la comunidad internacional, pero no se puede esperar que este régimen aplique reformas drásticas. Cuando ve tanto rechazo tiene que dar una imagen de fuerza hacia el exterior", concluye.

Estados Unidos tiene ahora una oportunidad de oro para acercarse a la población iraní

Así, según el analista, "Estados Unidos tiene ahora una oportunidad de oro para acercarse a la población iraní" porque "el enemigo de EE UU ya no es Irán". En cambio, la Casa Blanca "no está hablando de reducir sanciones" precisamente porque "se está reforzando como suministrador de gas a la Unión Europea" y un levantamiento de las medidas pondría a Irán en una posición fuerte también a nivel energético.

Por su parte, Natàlia Queralt, analista en El Orden Mundial, argumenta que "es muy complicado que suceda un cambio político en Irán porque hay una falta de alternativas". Coincide con Bashandeh en que uno de los hándicap es que "hay una falta de liderazgo" para que ese descontento acabe en un giro a nivel político. "Uno de los éxitos de la república islámica ha sido acabar con la oposición. Ha sido letal en este sentido, desde exiliados hasta muertos", comenta Queralt.

En este sentido, pone un ejemplo muy claro: "En las elecciones todos los candidatos tienen que ser aprobados por un órgano que se llama el Consejo de Guardianes" y eso reduce al cero la disidencia. Pero hay otra lectura. "También puede ser que esta ausencia de liderazgo cree una especie de consenso colectivo para que los cambios lleguen a largo plazo", sostiene la analista.

Hacia fuera la situación también tiene claves importantes. "Las sanciones y el ahogamiento económico también lo usa el régimen para continuar con su discurso antioccidental. Tienen una identidad chií, antioccidental y ultraconservadora. Hay un sentimiento así no tanto entre la población pero sí como discurso oficial del régimen, y por eso en las protestas sobre todo a las mujeres se les tilda como títeres occidentales", prosigue Queralt. Asimismo, "al régimen le va bien asociar estas protestas que se han creado a nivel interno como un elemento occidental más de presión sobre Irán". Con todo, hay una conclusión importante: "Lo que queda claro es que la población ha perdido el miedo, aunque el régimen no tenga ningún miramiento en reprimir a la población".

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