Adiós, Cantora

Isabel Pantoja ha decidido dar cerrojazo a un capítulo importante de su vida. Su regreso a los escenarios, que la ha llevado de gira por Argentina y Chile, marca el arranque de una nueva etapa en la que la cantante quiere volver a su vida anterior y ser noticia por sus actuaciones y no, como ha venido ocurriendo en los últimos años, por sus problemas con la justicia o por los sonados enfrentamientos y pleitos familiares que aún se ventilan en platos de televisión a propósito de la herencia de Paquirri, 38 años después de su muerte.

En este borrón y cuenta nueva tiene mucho que ver también la necesidad de saldar deudas, sanear sus cuentas y empezar de nuevo, desde cero si es necesario. Poner en orden sus finanzas pasa por desprenderse de Cantora, la finca que su marido compró antes de su boda.

La vida de Pantoja está íntimamente ligada a esta finca. Allí vivió momentos felices y se encerró a cal y canto en los tiempos difíciles. La verja de Cantora ha sido estos años la más fotografiada de la prensa del corazón. Los paparazis han cubierto allí horas, días y semanas de guardia para captar entradas y salidas que medían el termómetro de sus relaciones y de los vaivenes familiares. Quién entraba, quién salía, quién se quedaba a pasar la noche…

Los duros enfrentamientos con su hijo, copropietario de la finca, se habían agudizado en los últimos tiempos y suponían un serio obstáculo para la venta de la propiedad. Ahora parece que sí, que, finalmente, todo está en camino para que Cantora pase a otras manos.