Barcelona contrata solo a cuatro mediadores ante 2.000 denuncias al mes por botellones: "Es un sinvivir"

  • Los vecinos reclaman más mano dura de la Guàrdia Urbana y han convocado una protesta el 16 de junio.
  • Los jóvenes piden que se habiliten espacios pactados con los residentes en zonas poco densas.
Jóvenes aglomerados en el Triángulo Golfo del Poblenou.
Jóvenes aglomerados en el Triángulo Golfo del Poblenou.
MIQUEL TAVERNA
Jóvenes aglomerados en el Triángulo Golfo del Poblenou.
Jóvenes aglomerados por la noche en la zona del Triángulo Golfo de Barcelona.

Barcelona jugará con una nueva carta para abordar los conflictos que generan los botellones: ir más allá de la imposición de la autoridad y usar el diálogo para llegar a una solución "pacífica", a través de mediadores, a los enfrentamientos entre jóvenes que se reúnen para beber en la calle y vecinos. Así lo indicó el teniente de alcaldía de Seguridad, Albert Batlle. Sin embargo, el anuncio de licitación del servicio que publicó el Ayuntamiento, por un periodo de ocho meses y con presupuesto base de 78.760 euros, prevé un equipo de solo un mínimo de cuatro personas ante las más de 2.000 denuncias al mes que se imponen en la ciudad por consumir alcohol en la vía pública. Los mediadores se ponen en marcha este junio después de que en los últimos tres meses de 2020 ya se realizara una prueba piloto en el barrio del Parc i la Llacuna del Poblenou.

Entre sus principales funciones, reza el pliegue de prescripciones técnicas, estará prevenir, intervenir en conflictos, lograr "que las partes implicadas y afectadas participen de forma activa para encontrar soluciones" o "disminuir las conductas incívicas".

Grupos de jóvenes en el Triángulo Golfo del Poblenou.
Grupos de jóvenes en el Triángulo Golfo del Poblenou.
MIQUEL TAVERNA

El anuncio de licitación se publicó en mayo, el mismo mes en que Batlle señaló que la mesa ciudadana para una noche cívica y segura tendrá cerrados sus debates "en las vigilias de Sant Joan con las propuestas correspondientes" para garantizar la convivencia nocturna a partir del verano.

"Todo puede sumar, pero antes que nada, la solución debe pasar por hacer cumplir la normativa, que establece que en la calle no se puede beber alcohol", afirma Jerónimo Lorenzo, de Sos Triángulo Golfo, una asociación vecinal contra los botellones en esta zona de ocio nocturno del barrio del Parc i la Llacuna del Poblenou. 

Según datos de la Guàrdia Urbana, entre septiembre de 2021 y abril de este año, en el área se impusieron 4.262 denuncias por consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública y 235 por perturbar el descanso vecinal. También hubo 485 por efectuar necesidades fisiológicas en la calle y se decomisaron 35 altavoces. En el conjunto de Barcelona, de enero a marzo de este año se interpusieron 6.175 denuncias por consumo de alcohol en la vía pública, casi 1.000 más que en el mismo periodo del año pasado, y 24.667 durante todo 2021.

"Estamos sufriendo botellones incontrolados de entre 10 y 50 personas. Se emborrachan, vomitan, hacen pis, defecan, cantan, destruyen el mobiliario urbano, vienen con altavoces, hacen grafitis…", se queja Lorenzo. Explica que estas reuniones han aumentado desde el pasado verano, lo que atribuye a que la gente se ha acostumbrado a ellas a raíz de las restricciones por la pandemia, de que "la Covid ha traído precariedad" y de que "hay impunidad porque la policía no hace nada".

"Es un sinvivir. Estamos desesperados. Cuando se va el último borracho ya es de día. No podemos dormir por las noches. Hay gente que toma medicación para lograrlo. Es un problema de salud comunitaria", añade el representante de Sos Triángulo Golfo, que se queja de que el Ayuntamiento tenga "la cara de llamarlo Triángulo Lúdico, cuando es golfo, de gamberros, de incivismo y de impunidad".

"Solo queremos que la policía actúe", reclama, pues apunta que están "hartos de llamar al 112" para que venga la Guardia Urbana y que "no siempre" lo hace, y cuando sí, se limita a "dejarse ver". También critica que el Consistorio no les da "ninguna solución" y les pide "paciencia" mientras estudia medidas.

La asociación, cuenta, está recogiendo firmas para exigir que se haga algo, ha interpuesto una queja en la Sindicatura de Greuges de Barcelona y estudia denunciar a Batlle y al regidor de Sant Martí, David Escudé. Además, ha colgado pancartas de protesta en los balcones y tiene previsto celebrar una verbena de Sant Joan reivindicativa.

Desde Ciutat Vella, otro de los distritos donde el botellón es habitual, Eva Vila, portavoz de la asociación vecinal Fem Gòtic, también reclama "que la policía haga algo" y se muestra incrédula respecto a la utilidad de los mediadores. No confía en que se pueda mediar "con gente joven que en muchos casos no es de Barcelona y viene a celebrar despedidas de soltero o cumpleaños".

Vila señala que "los botellones siempre han existido en el Gòtic", en puntos como las calles Avinyó y Escudellers o las plazas de George Orwell y Real, entre otros, pero "la gente está más enfadada ahora porque con la pandemia se ha acostumbrado a descansar". Igual que en el Poblenou, también en Ciutat Vella "muchas personas se tienen que tomar pastillas para dormir", asegura.

La portavoz de Fem Gòtic se queja, además, de que a los lugares habituales de reunión para hacer botellón, se ha añadido la plaza de la Mercè. Ha sido después de que este año el Ayuntamiento haya instalado allí mesas y taburetes. "Se ha convertido en un mini botellódromo", dice.

El 16 de junio, la Federació d’Associacions Veïnals de Barcelona (FAVB) y diversas entidades han convocado una concentración en la plaza Sant Jaume a las 19 horas por el derecho al descanso.

Bien distintas de las de los vecinos, son las propuestas de los jóvenes para solucionar los problemas que comportan los botellones. "Es evidente que la presencia arbitraria e intimidatoria de los cuerpos de seguridad no resolverá ningún conflicto", reza una resolución del Consejo de la Juventud de Barcelona (CJB).

En el texto se considera "necesaria la presencia de agentes cívicos" y la "mediación con agentes externos". Además, en la línea de lo que propuso en marzo el Síndic de Greuges de Barcelona, David Bondia, se apuesta por definir "espacios accesibles repartidos por toda la ciudad donde sea posible realizar botellones cívicos y seguros" –la resolución aclara que no reivindican un solo macroespacio o "botellódromo"–. El vicepresidente del CJB, David Franquelo, apunta que estos lugares se deberían pactar con los vecinos y tendrían que estar en las zonas menos densas de la ciudad. Reclama, asimismo, que cuenten con puntos lila para la gestión de agresiones machistas, LGTBIfóbicas y racistas.

Franquelo pide "que la única opción para beber en el espacio público no sea la terraza de un bar, muchas veces no accesible para los jóvenes con poco poder adquisitivo". "Es muy hipócrita que allí esté permitido consumir alcohol y un metro más allá, no", añade.

"Estamos a favor de que se reformule el ocio nocturno, pero no de una forma tan adultocéntrica, sino también con la mirada de los jóvenes", apunta Franquelo, que se queja de que la presencia del colectivo en los procesos participativos del Ayuntamiento es escasa.

11 zonas tensionadas

El Consistorio ha definido 11 zonas teóricamente tensionadas acústicamente de noche, entre las que están el Triángulo Golfo y puntos de Ciutat Vella. La intención es instalar allí sonómetros este mes, para ver si se supera el ruido permitido. Si es así, se tomarán medidas.

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